Desde el Zócalo capitalino, hacia cualquiera de los puntos que dirija la mirada o encamine sus paseos, descubrirá nuevas y antiguas rutas que lo llevarán a conocer asombrosos lugares cercanos que aguardan al visitante para ofrecerle una gama muy amplia de paisajes, que aunque urbanos, conservan aún un aspecto de su historia, tradiciones, espacios arquitectónicos y naturales, museos, mercados, festividades o formas de vida, de trabajo y de relaciones humanas que los identifican.
Hemos seleccionado para usted una pequeña muestra de aquellos pueblos, colonias y barrios que consideramos como un gratificante ejemplo de lo que ofrece la Ciudad de México más allá del Centro Histórico.
La Basílica de Guadalupe, lugar de culto para los mexicanos que une de forma simbiótica la imagen venerada por los católicos con los mitos prehispánicos bajo la representación de Guadalupe-Tonatzin.
Azcapotzalco, “lugar de las hormigas”, donde aún se puede disfrutar del sabor de la provincia en sus antiguos barrios los cuales conservan algunos restos de cascos de haciendas, como por ejemplo el de Clavería.
En las colonias Roma y Condesa además de las típicas construcciones afrancesadas encontrará un sinnúmero de lugares donde podrá disfrutar de la buena mesa con carácter cosmopolita y mexicana. En algunas de sus sombreadas calles y parques, como el México, hallará refugio y descanso del intenso tráfico que puebla las grandes avenidas que rodean estas colonias, al mismo tiempo que podrá visitar los espacios culturales localizados en bellas casonas finiseculares.
Iztacalco es un muestrario religioso y palpitante, que se nutre de las festividades de sus barrios y templos; en contraste, la delegación Benito Juárez, más moderna y urbanizada, encierra una pequeña joya de tono provinciano en el pueblo de Mixcoac, plazas y jardines como el parque Hundido e inmuebles de moderna arquitectura como el World Trade Center. No olvide que en el piso 45 hay un restaurante bar giratorio, el Bellini, desde donde podrá tener un panorama privilegiado de la Ciudad de México. A un costado de este edificio se ubica el Poliforum, decorado con un mural de David Alfaro Siqueiros, La Marcha de la Humanidad.
Más al sur, siguiendo la avenida de los Insurgentes, la más larga del mundo, lo llevará a San Ángel, Chimalistac y Coyoacán. En el primero puede comprar artesanías en la Plaza de San Jacinto, admirar el mercado de Las Flores así como el convento del Carmen, iglesias y otras edificaciones coloniales que albergan museos, galerías de arte y centros culturales. Chimalistac es una zona de bellas residencias y calles empedradas que guardan leyendas y donde se erige el templo de San Sebastián, ejemplo de una de las pocas capillas abiertas que fueron construidas en la Ciudad de México. Este lugar está ligado a librerías y agradables parques como el de La Bombilla. El pueblo de Coyoacán es de los más tradicionales, calles arboladas y adoquinadas en las que se sitúan museos, galerías de arte, monumentos y antiguas casonas coloniales, la mayoría de ellas en buen estado de conservación. Se distingue también porque sus pobladores se han preocupado por mantener una uniformidad arquitectónica. No debe dejar de visitar este barrio que concentra una parte importante de la vida intelectual y artística de la capital.
Por último Tlalpan y Xochimilco, casi en los límites de lo que se considera la parte urbana de la ciudad, lo aguardan para ofrecerle sus riquezas arquitectónicas, tradicionales mercados y el particular atractivo de los canales de xochimilcas, transitados por las trajineras que crean un colorido paisaje.