Constituida en el centro geográfico de nuestra gran ciudad, la delegación Benito Juárez se caracteriza por ser una de las zonas más urbanizadas del Distrito Federal, dotada de una sólida infraestructura en equipamiento de servicios públicos de primera.
Atraviesan por ella importantes avenidas como Revolución, Insurgentes, Cuauhtémoc, División del Norte, Eje Central Lázaro Cárdenas y calzada de Tlalpan, por mencionar sólo algunas.
Desde la época prehispánica, los terrenos donde se asienta la Benito Juárez, cubiertos en gran parte por agua, alojaban algunas poblaciones importantes como Mixcoac, Tlacoquemécatl, Zacahuitzco, Atoyac, Nonoalco, Xoco y Ticumán. Estos poblados, fundamentalmente agrícolas sin descuidar la caza, pesca y recolección, tienen como vestigio de su establecimiento el basamento piramidal de San Pedro de los Pinos. En los pueblos de Santa Cruz Atoyac y Mixcoac se construyeron los primeros templos cristianos promovidos por los franciscanos y dominicos en 1564 y en 1595, respectivamente. Del siglo XVII son los templos de San Lorenzo Xochimancan en el barrio de Tlacoquemécatl y el de San Simón Ticumán; los de Santa María Nativitas y San Juan Evangelista datan del XVIII. El famoso santuario de la Piedad, 1652, erigido en el pueblo del mismo nombre, se encontraba justo en el lugar donde hoy se levanta la octava delegación en la avenida Cuauhtémoc esquina con Obrero Mundial.
A principios del siglo XVII y con el surgimiento de las haciendas, la explotación del país se hizo más intensa; la hacienda de Narvarte logró a lo largo de dos siglos una gran producción con la cual abastecía pródigamente a la Ciudad de México. Ahí se asentaban las numerosas huertas de capulines, perones y membrillos, que eran llevados por la calzada de San Agustín de las Cuevas, hoy Tlalpan.
Durante el siglo XIX, en la Guerra de los Tres Años o de Reforma, los pobladores de Mixcoac y San Pedro de los Pinos ofrendaron sus vidas al apoyar sin éxito a las tropas liberales de Juárez para tomar la importante plaza Tacubaya. Este hecho heroico dio lugar a que la delegación lleve por nombre Benito Juárez.
A finales del siglo XIX, Mixcoac se convirtió en el lugar de recreo de gente adinerada que construyó ahí sus residencias de campo como la de José Yves Limantour, secretario de Hacienda, ubicada sobre el antiguo camino de Mixcoac, que en la actualidad es ocupada por el Colegio Williams; los lugares de diversión eran el Mixcoac Golf Club y la finca La Castañeda, con su muy concurrido Tívoli. En otro rumbo, la fábrica de ladrillos la Nochebuena, hoy Parque Hundido, absorbió a otros negocios similares ubicados en Mixcoac y San Simón.
Pueblos antiguos como Xoco, Nativitas y Ticomán se integraron entonces a los ranchos y haciendas de la zona. De los primeros se encuentra el de San Pedro de los Pinos, localizado entre el famoso puente de La Morena y los límites de la hacienda de La Castañeda.
A principios del siglo XX, surgieron sobre esas propiedades numerosos fraccionamientos, muchos de ellos anárquicamente. Otros se establecieron con toda seriedad como las colonias Del Valle, California y el Barrio de Activan. La revolución maderista trajo beneficios a esta población abasteciéndola de agua potable. Las fuerzas de Zapata también pasaron por aquí antes de celebrarse el famoso pacto de Xochimilco entre él y Pancho Villa y su División del Norte, nombre dado a una de las avenidas más importantes de la Benito Juárez.
Actualmente la delegación cuenta con 56 colonias; su población de casi medio millón de habitantes, es en su mayoría clase media con buen nivel académico. En ella se encuentran relevantes inmuebles como la torre del World Trade Center, donde se impulsa el intercambio comercial de México con el mundo; el Poliforum Cultural Siqueiros; otra gigantesca torre que alberga las oficinas de la Compañía Mexicana de Aviación; la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, que luce vistosos murales realizados por O’Gorman y Chávez Morado; la alberca Olímpica y el gimnasio Juan de la Barrera, recintos sede de la olimpiada de 1968, y el moderno centro financiero Bancomer, uno de los más prestigiados del país.
Propios y extraños disfrutan de sus hermosos parques como el Luis G. Urbina o Hundido, ubicado en Insurgentes, que debe su nombre al franco desnivel que existe, lo cual le da un aspecto de hundimiento, ello se debe a que en este lugar se ubicó la citada ladrillera La Nochebuena. En 1972 se colocaron reproducciones de piezas arqueológicas que corresponden a las culturas del altiplano, mixteca, zapoteca, olmeca y maya. Las esculturas representan deidades, elementos arquitectónicos, altares que reflejan el pensamiento y sentir de los pueblos prehispánicos. Cuenta con un reloj floral con seis metros de diámetro construido en 1977 por artesanos de la ciudad de Zacatlán, Puebla. El Audiovideorama, fundado el 30 de noviembre de 1990, construido en dos planos llamados terrazas, es la primera sala para escuchar todo tipo de música, ambiental, clásica, jazz, etcétera y lleva el nombre del compositor Manuel M. Ponce, mientras que en la sala de proyección Blas Galindo se presentan conciertos, teatro y teatro guiñol, sábados y domingos.
Como recordatorio de su pasado prehispánico queda el basamento arqueológico San Pedro de los Pinos localizado en el periférico Adolfo López Mateos esquina con avenida San Antonio, colonia San Pedro de los Pinos. Zona arqueológica dedicada al dios Mixcóatl, nombre que corresponde a una de las deidades mexicas y que significa lugar donde se venera a la serpiente de nube, es decir, la vía láctea. Basamento descubierto en 1916, este sitio tenía una ubicación privilegiada, ya que se encontraba cerca de la gran laguna, así como de los ríos que descendían desde el oeste. Se sabe que esta zona estuvo habitada desde el horizonte Preclásico Medio (1000 a.C.), que se construyeron aldeas, cuyos habitantes aprovecharon las corrientes de agua para la agricultura. En la actualidad el INAH lo tiene resguardado y se puede visitar con permiso previo.