Se sabe que Iztacalco fue el último sitio por el que pasaron los mexicas antes de llegar a fundar Tenochtitlan. Su nombre, proveniente del náhuatl, significa “casa de la sal”, ya que en esa amplia extensión lacustre se obtenía en gran cantidad, además de muchos otros productos agrícolas que servían para proveer a la localidad, como el tequesquite, empleado como alimento y para la elaboración de jabón, tintes y cerámica, entre otras cosas.
Según el códice Mendocino, en la época de Moctezuma segundo,Iztacalco era parte de un grupo de poblados bajo el mando de los caciques y principales de México, por lo que estaba obligado a proporcionar tributos y servicios a los señores de Tenochtitlan.
Al igual que las localidades vecinas del sureste del Distrito Federal,Iztacalco se ubica en lo que fue una región pantanosa con islotes y formaba parte de una zona agrícola en la que, como en otros lugares, se utilizaban las chinampas para el cultivo. Por esta condición, se vio continuamente amenazada por inundaciones provocadas por las aguas del lago de Texcoco, hasta la época de la Colonia.
Posteriormente, a Iztacalco le tocó vivir y padecer todas las consecuencias del derrocamiento del imperio azteca, como la evangelización, la humillación, el mestizaje, el “llamamiento” de los españoles y la transformación de todo su esquema de organización y convivencia social, cultural y religiosa.
Durante el siglo XVI se edificaron iglesias como la de San Matías Iztacalco, santo patrono del lugar hasta la fecha; la capilla de San Antonio; los conventos de San José y de San Francisco, y las ermitas de la Santa Cruz y de los Tres Reyes Magos.
Para los años 1700, estaban ya bajo su jurisdicción Santa Ana Zacatlalmanco y la Magdalena Mixihuca, que se integran de manera permanente a Iztacalco. En esta misma época, se construyen las primeras escuelas de la zona, específicas para entrenamiento cristiano de las niñas.
Posteriormente, en el siglo XVIII, se erigen la ermita de la Asunción y la parroquia de Santa Anita Zacatlalmanco. En el transcurso de esos 200 años se construye la ermita de la Guadalupita, que en 1955 fue declarada monumento histórico.
Para el siglo XIX la importancia de Iztacalco radicaba en que por el canal de La Viga se transportaban a la Ciudad de México ajonjolí, alberjón, arroz, máiz, cebada, frijol, haba, lenteja, harina, chiles, azúcar, café, papa, cacao, huayaquil, carbón, pulque, mezcal, miel, paja, brea, linaza, caoba, leña, mantas y muchos otros productos de diferentes regiones del país.
Uno de los atractivos de la época y hasta principios del siglo XX eran todavía las trajineras y, sobre todo, la gran variedad de flores que decoraban el lugar y se vendían a los visitantes: guisantes de olor, amapolas dobles, agapandos, alelíes y rosas. Por ello, recorrer los canales de Iztacalco constituía un paseo dominical o de verano para los pobladores de la Ciudad de México, que lo veían como un remanso apacible y lleno de colorido.
Ya en la centuria pasada, Iztacalco estaba conformado por barrios como los de Zapotla, San Miguel, la Santa Cruz, la Asunción, Santiago, Xicaltongo y los Reyes, por los que pasaban el Gran Canal y el canal de La Viga, cuya acequia real, que llegaba hasta el centro de la ciudad, fue segada desde 1791. El secado del resto del canal se dio a mediados del siglo pasado, con lo que se terminó de borrar todo vestigio de aquellos campos floridos.
La llegada de la modernidad y el crecimiento demográfico de la ciudad fueron acabando así con los huertos, chinampas, ríos y canales del lugar y, después de ser un importante centro de producción agrícola, en la actualidad a Iztacalco se le ubica como la segunda zona industrial en importancia de la Ciudad de México y es una de las delegaciones con los más altos índices de sobrepoblación, pues tiene el mayor número de habitantes por kilómetro cuadrado.
Se asienta en una superficie de dos mil 290 hectáreas y colinda con las delegaciones políticas Venustiano Carranza, Cuauhtémoc, Benito Juárez, Coyoacán e Iztapalapa, así como con el municipio de Nezahualcóyotl del Estado de México.
Entre las edificaciones que destacan en la demarcación está la Ciudad Deportiva de la Magdalena Mixihuca y el Palacio de los Deportes, que con el fin de dar una idea de modernidad, persiguieron dar soluciones espectaculares a las necesidades de la ciudad y su población.
Si usted decide recorrer el rumbo, lo más fácil es tomar el Metro, del cual existen nueve estaciones ubicadas en Iztacalco: Pantitlán, Puebla, Ciudad Deportiva, Viaducto, Santa Anita, Agrícola Oriental, Canal de San Juan, Coyuya e Iztacalco. En automóvil puede llegar por el Viaducto Río de la Piedad, el Eje 4 Sur, calzada Ignacio Zaragoza o calzada de la Viga.
Vale la pena recorrer el centro histórico ubicado en el barrio de La Asunción, en donde podrá conocer parte de la riqueza arquitectónica que integra el patrimonio histórico del lugar e incluso conserva en algunas partes el toque pintoresco de lo que fue el pueblo de Iztacalco, en iglesias, haciendas, plazas, puentes y avenidas. Y si es amante de la naturaleza, no deje de ir al Parque-Escuela Urbano-Ecológico, en la colonia Agrícola Oriental.
Otros sitios de interés son el deportivo Leandro Valle, la Escuela Superior de Educación Física, así como la Unidad Profesional Interdisciplinaria y de Ingeniería y Ciencias Sociales y Administrativas (UPIICSA).
Amalgama de construcciones, estilos de vida y recuerdos, en Iztacalcotodo el año hay fiesta. A partir de enero con el Día de Reyes, pasando por Semana Santa, el 20 de noviembre y los festejos de fin de año. Pero sin lugar a dudas, las fiestas más concurridas son las de los santos patronos de cada uno de los barrios que conforman la delegación, encabezados por San Matías Iztacalco, que se festeja el 14 de mayo. Hay verbenas populares, servicios religiosos, procesiones, ferias de juegos mecánicos y no faltan los puestos de antojitos variados.