Ex convento construido por los franciscanos bajo las órdenes de Hernán Cortés en el siglo XVI.
Se puede admirar la capilla abierta que es utilizada para celebrar al aire libre la eucaristía.
Tales capillas acertaron a combinar los espacios abiertos de los teocallis prehispánicos con los espacios cerrados de los templos cristianos, y resolvieron así el dilema de los indígenas que miraban con recelo las áreas abovedadas y sombrías.
El atrio es un jardín con ambulatorios y una sencilla fuente circular.
La cruz atrial se halla elevada sobre un pedestal. Se levantan tres capillas: la del Tercer Orden, la de Dolores y la de la Soledad, todas ellas ornamentadas con un recargado estilo barroco popular.
Se dejan ver altorrelieves de roseta, formas vegetales, santos y otros símbolos religiosos.
En el interior se exhiben retablos y una numerosa colección de óleos anónimos de fines del siglo XVII.