Hoy convertido en hotel, fue construido en 1576 por fray Pedro de Albuquerque y ocupado por monjas concepcionistas, la rama del clero femenino más importante de la Nueva España.
Siendo el convento más antiguo de la ciudad, impresiona su excelente ambientación, que conserva algunos rasgos originales de la arquitectura monacal.
Al fondo del edificio, en uno de los jardines, se aprecian unos lavaderos agrupados bajo la cúpula alrededor de una fuente central que los surte de agua.
Se puede visitar además la capilla semiderruida y el templo abovedado con un retablo atribuido a fray Fernando Cavarcos.