Al igual que otros atractivos pueblos de la región, en este el viajero encontrará también una curiosa mezcla de intensa actividad comercial con apacibles momentos de estilo provinciano, en donde los habitantes rinden honor a su orgullosos origen, llevando una vida lo más “campechana” posible.
Muy cerca de Calkiní se encuentra Dzitbalché, otra comunidad maya donde las mujeres pasan vestidas con sus batas floreadas. Aquí se tiene la costumbre de hacer joyería de filigrana. Si se quiere conocer a fondo este trabajo, lo recomendable es pedir ayuda en la ciudad de Campeche al Instituto Estatal para el Fomento de las Actividades Artesanales de Campeche (INEFAAC) y planear una cita con algún artesano.
El nombre de Calkiní significa “garganta del sol”, y por aquí habría de pasar en 1541 Francisco de Montejo “El Mozo”, reclamando la tierra para la corona española. El Virreinato no borró tradiciones y en las milpas todavía se pide al dios de la lluvia que traiga buenos temporales, aún se curan los males con medicina tradicional, y no se han dejado de construir con madera, piedra y guano las casas a dos aguas. Se tejen cestas de mimbre y el alma encuentra refugio en la hermosa Iglesia de San Luis Obispo de Tolosa del siglo XVI.
Siguiendo la carretera que pasa por Santa Cruz y llega hasta Isla Arena, se encuentra el pueblo de las tejedoras de tapetes: Nunkiní. La palma de petate crece en esta región y las manos femeninas han aprendido a transformarla en carpetas, con motivos geométricos, llamadas en lengua maya “kich kelem pop”, que quiere decir “petates bonitos”.
Ubicación: 101 km al noreste de la ciudad de Campeche por la carretera número 180.