Esta es una de las plazas más grandes de cualquier ciudad del mundo. A principios de los años ochenta se unieron varias plazas, jardines y explanadas de distintas épocas al demoler unas 40 manzanas que se interponían entre ellas, pues originalmente estaban separadas unas de otras. Así se creó un largo espacio público que en su eje mayor, el norte-sur, alcanza un kilómetro de largo. Dentro de sus límites hay áreas arboladas, bancas, paseos, fuentes e infinidad de monumentos antiguos y modernos. Muchos de sus ángulos sirven también como punto para admirar los cerros cercanos, como el Cerro de la Silla. En torno a ella se dan cita más de una docena de edificios relevantes, unos por su valor artístico o histórico, y otros por ser sede de los poderes locales.
Entre los sitios relevantes que podrás ver se encuentra el Palacio Municipal de Monterrey, que es un edificio moderno de finales del siglo XX, que cierra la plaza por su extremo sur, le sigue la antigua Plaza Zaragoza presidida por una estatua ecuestre del general Ignacio Zaragoza, a continuación aparece el Faro del Comercio, que es un gran monumento de 70 metros de altura diseñado por Luis Barragán y erigido en 1984 para conmemorar el centenario de la fundación de la sección Monterrey de la Cámara Nacional de Comercio.
Frente a esta primera parte de La Macroplaza se encuentra el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey (MARCO) y la Catedral Metropolitana. Este hermoso templo se comenzó a construir en 1770 y en su mayor parte fue concluido en 1889, combina el estilo barroco del siglo XVIII y el neoclásico decimonónico. En su interior destacan los bellos murales del siglo XX del pintor Ángel Zárraga que hacen referencia a pasajes evangélicos y a la presencia franciscana en la región. El edificio de aire francés orientado al lado norte de la catedral es el Casino de Monterrey, de 1992, sede de grandes eventos sociales.
En el costado poniente de esta parte de La Macroplaza se encuentra el Museo Metropolitano de Monterrey, un edificio del siglo XIX con una gran arquería en su fachada que hasta hace unas décadas fungió como palacio municipal. Este recinto cuenta con un acervo de varios cientos de piezas históricas relativas a la fundación y al desarrollo de la ciudad. También suele acoger exposiciones temporales. Detrás del museo se encuentra la Plaza Hidalgo, una cuadra más al norte, en la esquina de la calle Morelos, no puedes perderte el edificio porfiriano del Banco Mercantil que ostenta la fecha “1901” en su gran remate de la esquina.
En la parte central de La Macroplaza llama la atención la Fuente de la vida del escultor español Luis Sanguino, conocida como Fuente de Neptuno porque la figurita predominante en este conjunto es la de este dios griego. Le sigue el Parque Hundido. En esta parte, del lado oriente verás la Capilla de los Dulces Nombres, una modesta construcción de inicios del siglo XIX. Frente a ella están dos voluminosos edificios de la época en que se abrióLa Macroplaza, el gran Teatro de la Ciudad y un poco más al norte la Biblioteca Central Fray Servando Teresa de Mier. En el costado oeste se encuentran otros edificios de los años ochenta del siglo XX como el Edificio del Infonavit, el Congreso del Estado y el Palacio de Justicia Estatal.
Al norte de La Macroplaza se encuentra la Explanada de los Héroes, llamada así por sus monumentos a Miguel Hidalgo, José María Morelos, Benito juárez y Mariano Escobedo. Frente a ella se encuentra el Palacio de Gobierno de la época porfiriana. Atrás del Palacio de Gobierno se encuentra el Ex Palacio Federal, un edificio art déco, levantado entre 1928 y 1929, que en su momento fue considerado el primer rascacielos deMonterrey. Hoy es sede de algunas oficinas del gobierno estatal y suele usarse para exposiciones artísticas temporales. A su izquierda está el Templo del Sagrado Corazón de Jesús, iglesia centenaria de esbeltas líneas necolásicas.
Al oriente de la Explanada de los Héroes, se llega a la Plaza de los 400 años, llamada así porque en 1996 se inauguró para celebrar los cuatro siglos de la fundación de Monterrey por Diego de Montemayor.