A 38 kilómetros de Río Verde, sobre la carretera a Cerritos, se encuentra una diminuta población de campesinos humildes.
Las fincas son antiguas aunque no suntuosas, con paredes de sillar y adobe. Su calle principal es de tierra y la plaza carece de kiosco. ¿Qué puede ofrecer un lugar con esta descripción? Al parecer nada, pero en ella existe una verdadera joya del arte religioso.
Para los buscadores de maravillas de arte religioso, tienen que anotar en su itinerario una visita a esta iglesia de la Divina Pastora, una de las más singulares del noreste, y acaso del país, por ser de las pocas que cuenta con tres retablos antiguos, uno para cada nave. Dos de ellos son barrocos, de madera, mientras que el retablo principal, de hoja de oro, es un portento churrigueresco, el cual está recubierto de plástico mientras se realizan las labores de rescate de la capilla.
Sí, el templo está casi en ruinas. El techo sucumbió. Las apolilladas vigas fueron removidas para cambiarlas por otras. En el interior todavía se aprecian los colores originales de las paredes.