La historia de la música es una mezcla de culturas caribeñas, como México, Cuba, Haití, Trinidad y Tobago y República Dominicana. Las prácticas musicales se fueron transformando infinidad de veces, se asimilaron influencias de todo el mundo y la tradición musical caribeña de los tiempos de la esclavitud se mezcló con lo indígena, con sevillanas, fandanguillos, bulerías y peteneras que venían desde España, ya influenciadas a su vez con ritmos árabes, bizantinos, judíos y gitanos. El son jarocho y el danzón son la secuela de este devenir de encuentros de culturas, y hoy significan un potente generador de identidad no sólo veracruzano sino nacional.
EL SON
Aunque los antecedentes del son los encontramos en el siglo XVII con el chuchumbé y el jarabe gatuno, es en el siglo XVIII cuando se puede hablar de un género formalmente establecido. En el Puerto de Veracruz, el Sotavento, la Cuenca del Papaloapan y del Coatzacoalcos y en Los Tuxtlas se escucha y baila el son jarocho. Con jaranas, arpas, leonas, violines, quijadas de burro, chaquistes, mosquitos y tarimas, con melodías pausadas o requintos virtuosos, con versadas de los decidores y cantadores de fandangos, los jarochos encuentran su ritmo íntimo.
Un son de mayor influencia indígena es el de Los Tuxtlas, más africana en el Puerto de Veracruz, y en el Sotavento con un reflejo de su histórica relación con Cuba y el Caribe, en Veracruz se festeja en los fandangos y las fiestas con el balaju, el colas, el buscapiés, la guacamaya, el siquisirí.
EL DANZÓN
En la Plaza Central del Puerto de Veracruz el danzón se baila de manera distinguida, las mujeres se visten de blanco, con abanico, tacones altos, telas ligeras de organdí, muselina y algodón, con holanes y encajes, rebozos de seda y listones de color, alhajas de oro y collares de perlas y coral, con delantales de terciopelo bordado, los hombres se muestran elegantes e impecables de guayabera y sombrero. Con la cadencia, sutileza y sensualidad de los acordes, ante todo se cuida el estilo y el porte. Con los pies se dibujan cuadros en el piso y, a ritmo de tres tiempos, se dan vueltas cadenciosas y, en los descansos, se aplaude a la orquesta.
El danzón proviene de la contradanza de los elegantes salones de baile europeos. Llegó a Haití para emigrar a Cuba a finales del siglo XVIII, la contradanza fue evolucionando para convertirse en el siglo XIX en la danza criolla o la habanera y, finalmente, desembocar en el danzón que hoy conocemos. La primera pieza registrada fue Las alturas de Simpson de 1879. Ya en la primera mitad del siglo pasado fue teniendo variaciones con nuevos estilos rítmicos de son cubano y son montuno, lo que derivó en otros géneros musicales como el mambo y el chachachá, los cuales se arraigaron en Veracruz, por la importante migración cubana que recibió el puerto.
Llegaron grandes músicos cubanos a México, espléndidos representantes de estos ritmos y géneros cubanos como Beny Moré, Dámaso Pérez Prado y la orquesta Aragón entre otros. Hoy el danzón sigue vivo en el puerto: embelesa a los transeúntes en las mágicas noches jarochas, con los ritmos venidos del otro lado del mar que aquí se convirtieron en humanidad múltiple.