En 1698 se fundó la misión del Dulce Nombre de Jesús de Peyotes y 39 años más tarde, la cercan misión de San Francisco de Vizarrón de los Pausanes.
Debido a los despiadados ataques de los lipanes y otros indios bravos de las praderas, sus pobladores pidieron ayuda al gobierno virreinal que, en 1749, estableció aquí el presidio de San Pedro de Gigedo.
Con el paso de los años el edificio original del presidio perdió su carácter militar, y fue destinado para diversas funciones: desde cantina y carnicería, hasta vecindad, lo cual llevó un grave deterioro del inmueble.
Hace unos años el empresario local Enrique Javier Mendoza lo adquirió, rescató la propiedad y, desde 2007, la reabrió como un espectacular museo.
En las tres salas del recinto se exhibe la colección reunida por el dueño, la cual abarca desde restos arqueológicos hasta peculiares muebles, cámaras fotográficas, herramientas de carpintería, un viejo fogón de fuelle de manivela, máquinas de coser y de escribir, baúles, radios y otros objetos de vida cotidiana de los siglos XIX y XX.
Un atractivo adicional es el amplio jardín donde nogales, cipreses, plátanos y palmeras enmarcan una fuente y un bello prado. Ahí se conservan otras antigüedades de gran tamaño como arados, máquinas segadoras, una carreta, bombas de agua y más.
Ubicación: Jiménez 1202 Norte, a media cuadra de la Plaza General Naranjo, en Villa Unión, Coahuila.
Horario: lunes a domingo a cualquier hora con reservación, entrada libre.
Teléfono: (01862) 100 8195.
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