En la época virreinal surgieron en todo el territorio nacional las propiedades de tipo hacienda, conformadas por el llamado casco, es decir, la zona en donde se encontraban las habitaciones.
En el casco de las haciendas se localizaba lo que se solía llamar “casa grande”, que era la casa del hacendado y su familia, y la casa del encargado o capataz.
Otra de las construcciones importante era la capilla, los establos, las eras (para moler el grano) y las chozas de los peones.
Dependiendo de su especialización productiva existían haciendas de distintos tipos, azucareras, pulqueras, henequeneras, mezcaleras, y más.
En el estado de Guanajuato las haciendas eran de dos tipos: la de beneficio, que nacieron junto a un yacimiento de plata y que se dedicaban a la extracción y purificación de ésta mediante el “beneficio” del azoge (mercurio). Estas haciendas se caracterizaban por tener enormes patios debido a la necesidad de contar con grandes espacios, pero ya fuera por el agotamiento de las vetas de plata o porque el procedimiento cayó en desuso, estas haciendas fueron abandonadas.
También encontramos las haciendas agroganaderas que proveían de alimentos a las fincas mineras, pero también fueron abandonadas.
El gobierno del estado ha diseñado un programa para intentar rescatar estas bellas construcciones.