Las naciones ubicadas sobre el Mediterráneo fueron las que se beneficiaron de su posición, con el cierre de las rutas comerciales impuesto por los turcos otomanos, la importancia de los países mediterráneos decayó, y fueron los pueblos situados en la costa atlántica los que tuvieron la oportunidad de buscar nuevas rutas que pudieran conectarlos con Oriente. De esta manera, países como Portugal, España, Francia, Holanda e Inglaterra, aprovechando su estratégica posición geográfica, intentaron llegar a la India, siguiendo diversas rutas: unos, como los portugueses navegando hacia el sur; otros, como España, viajando hacia el occidente, y otros más dirigiendo sus expediciones por los mares del norte. Todo esto sin imaginar que grandes civilizaciones florecían del otro lado.
Los aztecas habían alcanzado a principios del siglo XVI su máximo desarrollo y esplendor. Obviamente parte de su grandeza se debía a la herencia de anteriores culturas como la tolteca y la teotihuacana.
La nación azteca, con su gran capital, Tenochtitlan, en la que había templos y palacios extraordinarios, con esculturas y pinturas murales, con sus centros de educación, y con una conciencia histórica preservada en sus códices o libros de pinturas, era un estado poderoso que dominaba vastas regiones desde el Golfo de México hasta el Pacífico, extendiéndose hacia el sur, hasta llegar prácticamente a la frontera de la actual Guatemala. Su gloria y fama eran bien conocidas en los cuatro rumbos del universo indígena. Por su poderío y su riqueza iban a tener noticia de ella los conquistadores españoles, establecidos ya en la isla de Cuba.
Mientras los aztecas seguían ampliando sus dominios, a una distancia cercana había hombres blancos, venidos de más allá del inmenso Océano Atlántico, dispuestos a conquistarlos.
La llegada de los españoles a América fue anticipada por presagios y profecías. Los presagios aztecas anunciaban que el retorno del dios Quetzalcóatl se produciría al final del reinado de Moctezuma y lo haría bajo la forma de un hombre blanco.
Las profesías comenzaron a cumplirse a los tres años de haber ascendido Moctezuma II al trono. En 1510 tuvo lugar un eclipse de Sol y la aparición de un cometa. Al poco tiempo, Hernán Cortés desembarcó en las costas de México, aunque pasaría mucho tiempo para que los indígenas tomaran conciencia de que Cortés no era el dios que esperaban.
La primera expedición se realizó en 1517, Francisco Hernández de Córdoba, con un grupo de españoles, salió de Cuba y arribó a Champotón, en las costas de Campeche, descubrió y exploró Isla Mujeres y el Cabo Catoche, en la península de Yucatán.
En 1518, Diego Velázquez, gobernador de Cuba, envió una segunda expedición, al mando de Juan de Grijalva, quien descubrió y exploró el río que actualmente lleva su nombre. Los expedicionarios bordearon la costa y pasaron por los ríos Tonalá y Coatzacoalcos. Al llegar al río Papaloapan, Pedro de Alvarado, uno de los capitanes navegó por sus aguas y volvió admirado de lo que había visto. La expedición siguió hasta el río Jamapa, junto al poblado de Boca del Río. Allí los esperaban unos emisarios del huey tlatoani azteca Moctezuma II, quien creía que los españoles eran enviados del dios Quetzalcóatl y venían a ocupar el gobierno de México. La expedición continuó hacia el norte; pasó por la isla de Sacrificios, denominada por los indígenas Chalchihuitlapazco, hasta desembarcar en un islote al que llamaron San Juan de Ulúa. Pedro de Alvarado regresó a Cuba con regalos para el rey de España y Juan de Grijalva siguió explorando la costa de Veracruz. Llegó a Nautla, Tuxpan, la laguna de Tamiahua y el río Pánuco, en donde puso fin a su viaje y retornó a Cuba.
En 1518, Diego Velázquez envió a Hernán Cortés, pero al saber de su posible rebeldía, Velázquez le retiró su aprobación. Aún así Cortés salió en 1519, con la expedición que realizaría la conquista de lo que más tarde se llamaría la Nueva España.
El 18 de febrero de 1519 Hernán Cortés salió de la isla de Cuba, al frente de una armada integrada por once naves. Llevaba consigo poco más de 600 hombres, 16 caballos, 32 ballestas, 10 cañones de bronce y algunas otras piezas de artillería de corto calibre. Viajaron con él varios hombres que llegarían a ser famosos durante la conquista del Nuevo Mundo. Entre ellos se encontraba Pedro de Alvarado, a quien los aztecas habrían de apodar Tonatiuh, “el Sol”, por su gran presencia y el rubio de su cabellera.
Pedro de Alvarado fue el único de los grandes capitanes españoles que participó también en la conquista de Guatemala y más tarde en la de Perú. Con Hernán Cortés vinieron asimismo Francisco de Montejo, futuro conquistador de Yucatán, Bernal Díaz del Castillo y otros varios más que consignaron por escrito la historia de esta serie de expediciones.
Hernán Cortés y sus hombres llegaron a la isla de Cozumel, de allí fueron a las costas de Yucatán y encontraron a Jerónimo de Aguilar, un soldado español que, junto con un reducido grupo de marineros españoles, habían naufragado en 1511. Cortés recogió a Jerónimo de Aguilar, quien hablaba la lengua maya con fluidez. Más adelante, frente a la desembocadura del río Grijalva, pelearon con los indígenas de la región. Cortés los venció y luego recibió regalos, entre ellos, veinte esclavas indígenas, una de las cuales, la Malinche, quién desempeñaría un papel importante en la conquista. La Malinche hablaba la lengua maya y la azteca o náhuatl, gracias a esto Jerónimo de Aguilar, sirviéndose del maya, traduciría los mensajes a la Malinche, y así ella se dirigiría directamente en lenguaazteca a los enviados y emisarios de Moctezuma.
El 22 de abril de 1519, los conquistadores arribaron al Puerto de San Juan de Ulúa, de ahí se dirigieron hacia la costa de la actual ciudad de Veracruz. Acamparon en la playa, en un sitio cercano a lo que hoy es el puerto, en los arenales de Chalchicueyecan. En ese sitio Cortés recibió la primera embajada de Moctezuma Xocoyotzin, gobernante del señorío de Tenochtitlan.
Cortés fundó la Villa Rica de la Vera Cruz. La llamó así porque llegaron el Jueves Santo y desembarcaron el Viernes Santo de la Cruz, y rica por aquel caballero que se presentó a Cortés y le dijo que mirase las tierras ricas y que supiese bien gobernar.
Una vez fundada la Villa Rica de la Vera Cruz, Cortés nombró el ayuntamiento, primer órgano político-administrativo. Él mismo se nombró capitán general y justicia mayor, allí escribió la primera de cinco cartas, que mandó al rey español para justificar su proceder. Pasaron por las regiones de Rinconada, Coatepec, Xalapa y Xico. Cortés al avanzar hacia el interior, se da cuenta de las fuertes rivalidades existentes entre los indígenas. Al llegar a Tlaxcala derrota a Xicotencatl y establece una alianza con los tlaxcaltecas.