En los años ochenta, al sur de Veracruz resurgió la tradición musical del son jarocho que ya casi se había perdido.
Esto se dio gracias a un grupo de jóvenes músicos que investigaron y retomaron los orígenes de un género en decadencia, buscando a músicos y grabaciones viejas y organizando talleres de música, de zapateado, de composición y de fabricación de instrumentos.
Así se dio una proliferación de grupos que han realizado festivales jaraneros a nivel nacional.
Como resultado de todo esto han aparecido grandes talleres de laudería jarocha, cuyos principales productos son las jaranas y las guitarras de son, o requintos.
De los requintos existen diversos tamaños, jaranas o requintos primeros, segundos y terceros, o sus variantes, llamados mosquitos y chasquistes, que son más pequeños y cuya sonoridad se asemeja al zumbido de los insectos.
Todos los lauderos son músicos, y esto es una condición para el oficio, ya que a la hora de seleccionar la madera, es decir, al golpear el tablón, éste debe tener una sonoridad especial que sólo un jaranero puede distinguir.
Para conocer algún taller es recomendable visitar los poblados de Coatzacoalcos, el municipio de Santiago Tuxtla o la capital veracruzana.
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