Historia de la Delegación Tlalpan, Ciudad de México
En 1967, durante los trabajos de edificación de la Villa Olímpica, que sirvió de alojamiento a los atletas que participaron en los Juegos Olímpicos de México 1968, los trabajadores encontraron vestigios de las construcciones realizadas por los primeros pobladores de esta zona del sur de la Ciudad de México. Eran las casas de lo que fue la gran ciudad que rodeaba Cuicuilco, una comunidad de origen otomí sepultada por la erupción del volcán Xitle hacia el año 1000 a.C. Ese evento tectónico cubrió de lava y cenizas una gran extensión en la que se encontraba la pirámide circular de Cuicuilco, la más antigua del Valle de México, una edificación de 80 metros de diámetro en su base y 20 metros de altura.
La mayoría de los pobladores sobrevivientes migraron a otra zona y otros más se establecieron en las inmediaciones de los pedregales formados tras las erupciones del volcán. Y fue así como a poco comenzaron a florecer las comunidades que se encuentran en el perímetro de la delegación Tlalpan, cuyo nombre significa “lugar encima de la tierra o en la tierra firme”. Su denominación contrasta con la de México-Tenochtitlán y de otros lugares cercanos como Xochimilco o Tláhuac, debido a que Tlalpan estaba ubicado tierra adentro y no en las riberas de algún lago.
Tlalpan cuenta con más de 600 mil habitantes. A mediados del siglo XX la demarcación experimentó un proceso de expansión que la convirtió en zona conurbada, y el pujante desarrollo le hizo perder gran parte de sus extensiones rurales. Tan sólo en las décadas de los sesenta y los setenta de ese siglo la población tlalpeña se duplicó debido al ritmo de crecimiento de la gran Ciudad de México.
Tlalpan no ha perdido del todo su esencia, pues aún perduran vestigios de las antiguas comunidades originarias que mantienen vigentes algunas de las costumbres prehispánicas que reviven en sus fiestas y celebraciones. Pero sus habitantes enfrentan un enorme reto: preservar el entorno ecológico, que incluye la protección de bosques y garantizar el abasto de agua potable para sus colonias.
Durante más de un siglo, el territorio se convirtió en sitio de recreo. Tal era su fama y las fiestas que realizaban en esta región, que a mediados del siglo XIX el presidente Antonio López de Santa Anna acudía cada año a las celebraciones de la Pascua del Espíritu Santo, convivía con los lugareños y disfrutaba de los paseos, bailes, peleas de gallos y atractivos que caracterizaban el jolgorio.
Debido a la Constitución de 1824, que estableció la división territorial del país en entidades federativas, San Agustín de las Cuevas fue incluido dentro del naciente Estado de México. El 25 de septiembre de 1827, el Congreso del estado expidió el decreto 68, que le concedió a Tlalpan el título de Ciudad y le dio su nombre actual. El 26 de noviembre de 1855 pasó a formar parte del Distrito Federal.
En 1847 parte del territorio de Tlalpan fue ocupado por las fuerzas invasoras, cuyos milicianos instalaron sus cañones en el cerro Zacatépetl para atacar el rancho de Padierna. Ocho años más tarde, con el triunfo de la Revolución de Ayutla, el presidente interino Juan Álvarez reimplantó el régimen federal y Tlalpan pasó temporalmente a ser jurisdicción del Estado de México. El propio mandatario determinó establecer el poder de la nación en Tlalpan, por lo que ésta fue la capital de la República. En este periodo Álvarez nombró a Benito Juárez como ministro de Justicia e Instrucción Pública, por lo que la figura del Benemérito está ligada a esta delegación. Para conmemorar ese hecho, se levantó en 1972 un monumento a Juárez, que podemos ver en el parque público de la calle de Allende y Avenida San Fernando.
Para 1891 operaba ya por las calles céntricas el tranvía de tracción animal y, para darle la bienvenida al siglo XX, el 29 de octubre de 1900 se inauguró el tranvía eléctrico, que enlazó a esta localidad con el Zócalo de la Ciudad de México y posteriormente se amplió hasta la Villa de Guadalupe, en pleno auge del porfirismo.
En la zona aledaña a Huipulco se comenzaron a construir, a partir de la década de los treinta del siglo XX, algunos nosocomios como el sanatorio de tuberculosos, que empezó a dar servicio a la comunidad en 1936. Después aparecieron otros como el Hospital General Manuel Gea González, el Instituto Nacional de Nutrición Salvador Zubirán, el Instituto Nacional de Cardiología, y los institutos de Cancerología, el Psiquiátrico Infantil, el Fray Bernardino Álvarez y el de Neurología, entre otros.
Tlalpan cuenta con monumentos arquitectónicos y edificios religiosos erigidos durante la Colonia. Uno de los más importantes es el de la parroquia de San Agustín de las Cuevas, cuya construcción se inició en el siglo XVI, terminada hasta 1660. Otros templos de esa época son el de la Inmaculada Concepción, ubicado en el barrio de Chimalcoyoc, el de San Pedro de Verona Mártir, el de San Andrés Totoltepec, el de San Miguel Xicalco o el de San Miguel Topilejo, en los que se rinde tributo a los santos patronos de las comunidades que llevan esos nombres.
Un edificio notable es el que albergó durante un tiempo a la Casa de Moneda y que hoy es la Secundaria 29, así como llamada Torre de Santa Inés, ubicada en la actual Avenida San Fernando, donde estuvo preso José María Morelos en 1815. Y en contraste notorio está el del Mercado de la Paz, que se localiza al costado sur de las oficinas delegacionales, construido entre 1898 y 1900, único de esas fechas en su género que subsiste en el Distrito Federal.
La Casa de Cultura actualmente se ubica en el Bosque de Tlalpan. Construido originalmente por el arquitecto Alberto J. Pani como Casa de las Bombas en la colonia Condesa, delegación Cuauhtémoc, este inmueble fue trasladado en 1988 íntegramente, bloque por bloque, por un equipo coordinado por el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez.
La Capilla de las monjas capuchinas es obra de Luis Barragán, Teodoro González de León y Abraham Zabludovsky elaboraron el proyecto para construir El Colegio de México y la Universidad Pedagógica Nacional, Agustín Hernández y Manuel González Rul se encargaron de diseñar el Heroico Colegio Militar y el conjunto habitacional de Villa Olímpica.
Tlalpan es una inmensa ciudad inmersa en la megápolis, y en su demarcación coexisten los antiguos barrios obreros de la Fama Montañesca, que nació al cobijo de una fábrica de hilados y tejidos en 1831, o el de Peña Pobre, derivado de la hacienda y fábrica de papel del mismo nombre, o el de San Fernando, famoso por la fábrica de casimires, alfombras y otros artículos de lana que ahí se producían.
Se puede recorrer parte de la Ruta de la Amistad, adornada por esculturas monumentales realizadas por artistas nacionales y extranjeros para saludar la celebración de los Juegos Olímpicos de 1968. También se puede visitar la Escuela Nacional de Antropología e Historia, escuchar un concierto en la Sala Ollin Yoliztli o caminar plácidamente por el Parque Ecológico de Loreto y Peña Pobre.