Capital con imponente señorío y aire renovado. Templos, palacios, casonas, plazas y alamedas han sido protagonistas de una ciudad en desarrollo. Desde su fundación en 1563 a la fecha, sus principales calles han mantenido sus construcciones virreinales y porfirianas como sello de un tiempo que no quiere irse. En cada piedra labrada se ha escrito la crónica de la ciudad de Durango.
Pero más allá de la historia, en la capital encontramos alegría, fiesta, arte, cultura y mucha diversión. Sin duda, es un destino para compartir en familia: desde el aire, por sus corredores o bajo tierra; siempre hay algo por conocer.
A esta algarabía y admiración se une todo el patrimonio del estado que también es motivo para ser descubierto. De sur a norte, en una senda de 500 kilómetros se escriben las anécdotas del Camino Real de Tierra Adentro, que en números, es el estado cuyo tramos del camino tiene más sitios patrimonio de la humanidad, catalogados por la UNESCO.
Recién inscrito al programa de Pueblos Mágicos está Mapimí, un destino entre cristales y minas que revela aquellos secretos de la Independencia y de la Revolución. Basta un fin de semana para descubrirlo y enamorarse de el.
Las virtudes de Durango son infinitas, su geografía privilegiada permite recorrer un gran sistema montañoso como pocos, formado por cañones, barrancas y quebradas, algunas de las cuales están bañadas por ríos o lagunas. En los alrededores, no faltan los ranchos familiares, las presas y haciendas, que son motivos suficientes para la práctica del turismo de aventura.
La fascinación de Durango está en cada uno de sus rincones. Venga a conocerlo y enamórese de él.