Rumbo a la comunidad de Salto de los Salado, a 15 minutos al oriente de la ciudad, se encuentra al casco de la ex-hacienda de Agostaderito.
Esta finca se desprendió de las tierras de la hacienda de Montoro en la época posterior a la consumación de la independencia; en septiembre de 1810, en las inmediaciones de la finca se suscitaron enfrentamientos entre los realistas y las fuerzas del Cócono, el Botas Prietas y otros insurgentes, oriundos de Asientos y Tepezalá.
A raíz de este movimiento armado, la hacienda se ve obligada a vender en 1840 parte del latifundio y con ello se consolida la hacienda de Pilotos.
Para 1884, a unos meses de haberse inaugurado la línea del Ferrocarril Central, el entonces dueño de la hacienda, Juan Romo de Vivar, en sociedad con Miguel Romo Velazco, solicita un préstamo para la instalación de maquinaria agrícola; llegó a tener más de 6 mil hectáreas; regaba sus cultivos con las aguas del río San Pedro y su molino de trigo fue considerado como uno de los mejores de la región.
Ya en el siglo XX pasó a otros dueños, como Ángel Nieto y Gustavo Guerra. En la actualidad la ex-hacienda conserva la casa grande de estilo colonial, la cual mantiene todavía ese aire señorial que la caracterizaron.