Dicen que muchos viajeros prefieren tomar el tren que sale de este pueblo rumbo a las Barrancas del Cobre, en lugar de subirse en Los Mochis, donde pasa dos horas antes. Pero los buenos viajeros despiertan temprano, así que hay que buscar otras razones: un pueblo soleado con rumor de río, una cocina fresca e inesperada, bailes tan eufóricos como sabios en su naturalidad… El Fuerte encierra estos y otros tesoros del norte sinaloense para revelarse solamente a los viajeros más arriesgados.
Nunca se deja de escuchar el río; es un rumor suave y persistente que acompaña la paz del pueblo. Algo así debió valorar el conquistador Francisco de Ibarra cuando llegó con sus huestes al borde del Río Grande un 24 de junio de 1564. Antigua capital de Sonora y Sinaloa, con el tiempo El Fuerte quedó en ruinas y el estado se dividió en dos. No obstante, guarda su Plaza de Armas, debidamente gobernada por un quiosco de hierro forjado en Mazatlán, y su monumental Palacio Municipal de ladrillo, construido a inicios del siglo XX; así como varias casonas porfiristas, como la de Francisco Orrantia.
El Museo Mirador El Fuerte fue construido en el mismo espacio donde estuvo el fuerte original. En él encontrarás una nutrida exposición de la historia indígena de la comunidad. Fotos, objetos de labriego, la carroza fúnebre que viene acompañada de una fantasma y artesanías indígenas son algunas de las obras que conforman su colección, mientras la historia abarca desde las comunidades mayo-yoreme hasta las leyendas del general Felipe Bachomo.
A 15 km se encuentra la comunidad indígena de Capomos, donde el bailarín José Luis Valencia fue escogido por su abuelo para preservar la tradición de la danza mayo-yoreme. José Luis viste un traje de manta, su cinto estaba adornado con pezuñas de venado y portaba los tenáberis, sonajas que se usan en los tobillos,fabricadas con capullos de la mariposa cuatro espejos, a los que se les agrega arena para que suenen. Lo acompañan los músicos Cecilio Vega, Hermilio Estrella Vega, y su esposa Bartola Martínez, quienes te deleitan con tres danzas: la danza del venado(en la que se usa la famosa cabeza de venado, iconografía clásica de las culturas de Sinaloa y Sonora), el son de la urraca (para la que se porta una máscara hecha con raíz de álamo), y el son de la Pascola. Además, los músicos usan instrumentos propios del entorno, como los guajes partidos a la mitad que al meterlos en agua adquieren sonoridades singulares. Esto no es solamente ritmo y melodía; el danzante y los músicos se encargan de darle también un significado. Así, en la danza del venado la bandeja con agua representa un aguaje en el monte donde llega el venado, el guaje es una tortuga en el agua, y el ruido del güiro es cuando la tortuga va caminando sobre la yerba.
Tehuoco es uno de los siete centros ceremoniales de la zona. En este bello pueblo podrás admirar la Iglesia de Dolores, ver la ruinas de un antiguo templo jesuita, y visitar el centro ceremonial. Aquí también son famosas las danzas de los judíoso fariseos que se ejecutan en Semana Santa. En el Museo Comunitario Miguel Ángel Morales Ibarra se exhiben los vestuarios, máscaras e instrumentos que se utilizan durante las danzas tradicionales, así como objetos de la vida cotidiana de los indios yoreme.
En el hotel Posada del Hidalgo cuentan la famosa leyenda de El Zorro, una historia que tienes que escuchar cuando andes en este Pueblo Mágico. También puedes adquirir un paquete que inlcuye un recorrido por los jardines del hotel y una visita a lo mejor del poblado.
Se puede visitar la Casa Vieja, los murales, el Museo Regional, la Iglesia de Nuestro Sagrado Corazón de Jesús, la Casa de la Cultura y los portales. Muchos de los hoteles ofrecen tours, así que consulta en el lugar donde te hospedarás y reserva con tiempo.
En el restaurante Paseo de Las Aves uno se puede deleitar con los platillos protagónicos de la región: el hacha de lobina y el cauque de agua dulce (especie de langostino de río) cocinado a la plancha.
El Fuerte se fundó a orillas de el Río Grande, que nace en la Sierra Tarahumara y desemboca en el Pacífico. Es el tercero más grande del país y el más caudaloso del estado, y cuenta con dos presas: Miguel Hidalgo y Josefa Ortiz de Domínguez, donde podrás realizar diversas actividades y cazar lobina negra y cauque.
A 12 km del pueblo se puede cruzar el río y llegar al Cerro de la Máscara, una zona arqueológica. Hay dos formas de arribar: por el nuevo puente que cruza el río y después se camina durante 40 minutos por un sendero de piedra laja, o por las balsas que salen del malecón del pueblo. El viaje en balsa dura de 3 a 4 horas y es para ocho personas. Esta zona arqueológica de los mayos comprende cerca de 300 glifos grabados con símbolos propios de sus mitologías. Se dice que quien se asome hacia las seis de la mañana o las cinco de la tarde, podrá pasear por el bosque secreto y apreciar las aves que pueblan esta bella región.
Imperdible:
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Ver las danzas tradicionales, en especial en Semana Santa.
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Probar el cauque y el guacabaquí, un platillo indígena.
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Comer lobina en cualquiera de sus presentaciones, y el chicharrón de lobina.
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Viajar en balsa por el Río Grande a las 6 am. El espectáculo de las aves es maravilloso.
Cómo Llegar:
Desde Los Mochis tomar la carretera federal 23 hasta llegar a El Fuerte.
Festividades:
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El Viacrucis en Semana Santa
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Las Fiestas patrias del 15 y 16 de septiembre.
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La tradicional Feria de El Fuerte el 20 de noviembre
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Las danzas y celebraciones de Año Nuevo.
Información Turística:
Secretaría de Turismo y Economía
Palacio Municipal, Calle 5 de Mayo s/n.
Teléfonos: (698) 893 0390 / 0127, ext. 145.