Desde la época prehispánica existía la leyenda de que se encontraba un camino sin orillas, que comunicaba el centro con los territorios del norte de México, el cual se utilizaba para mantenerse en comunicación, intercambiar mercancías y extender sus dominios.
Este caminocada día se hacía más largo y trazaba su ruta por comunidades y paisajes de belleza inimaginable. Era una especie de carretera que conducía sin problemas y con seguridad hasta las zonas más inhóspitas. Con el paso del tiempo este camino se delimitó perfectamente a lo largo de casi 3,000 kilómetros y así fué como unió comercial, cultural y religiosamente a Tenochtitlan con la actual ciudad de Santa Fe, en Nuevo México.
Su importancia fue mayúscula, pues gracias a este camino se fundaron pueblos que después se volverían importantes ciudades con historia propia. Pero sus aportaciones van más allá y éste es sólo el comienzo.
Los conquistadores se dieron a la tarea de explorar nuevos territorios. Cuando apenas habían transcurrido un par de meses desde la muerte del último tlatoani cuando ya se encontraban recorriendo la Florida y la zona sur de lo que ahora es Estados Unidos.
En 1598 los exploradores consolidaron una ruta a la que llamaron Camino Real de Tierra Adentro.
Uno de los puntos a favor de este Camino es que el ejército virreinal protegía a los viajeros y así el paso de las carretas estaba seguro. Las mercancías podían viajar con seguridad, sin miedo a que los chichimecas fueran a robarles.
A lo largo de la ruta se establecieron misiones y comunidades. Los pobladores descubrieron y explotaron los metales preciosos, trabajaron la tierra, construyeron iglesias y produjeron una cultura que en la actualidad es la base de la historia del norte mexicano.
Se formaron cuatro troncales: el primero conducía a Santa Fe, el segundo a Audiencia y los últimos dos, a los puertos de Acapulco y Veracruz. La comunicación en la Nueva España era posible gracias al Camino Real de Tierra Adentro.
En agosto de 2010, el Comité de Patrimonio de la Humanidad de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura (UNESCO) agregó este recorrido a la lista del Patrimonio de la Humanidad ya que representa una obra maestra del hombre, ya que gracias a éste fue posible el intercambio comercial y cultural.
El Camino Real de Tierra Adentro funcionó hasta 1882, cuando Nuevo México ya no formaba parte de nuestro país. Sucedió, no obstante, que luego de su separación, los habitantes de la antigua provincia quedaron en una especie de limbo: gracias al Camino Real y a su propia ascendencia, tenían fuertes vínculos con el México Independiente, sin embargo, sus lazos comerciales más importantes eran con las ciudades de Paso del Norte y Chihuahua.
El Camino continuó sirviendo como medio de comunicación. La influencia de cada comerciante, viajero, explorador y aventurero quedó de alguna manera plasmada a lo largo de toda la ruta. El norte mexicano y el sur estadounidense se desarrollaron gracias a este Camino Real.
La Unesco reconoció también como Patrimonio de la Humanidad a diversos pueblos, ciudades y sitios ubicados a lo largo y ancho de esta ruta como San Juan del Río, en Querétaro, la ciudad y las minas de Guanajuato, Lagos de Moreno y Ojuelos, en el estado de Jalisco, los centros históricos de la Ciudad de México, Aguascalientes, San Luis Potosí, Zacatecas, Durango y Sombrerete.
El Camino Real de Tierra Adentro es lo que trajo la civilización, trazado para desarrollar el comercio, facilitar las campañas militares, apoyar la colonización y la evangelización en los terrenos situados al norte de la Nueva España.
Se fueron fundando pueblos para la defensa contra los chichimecas y grupos nómadas, los cuales aportaban materias primas a todo el territorio y a España. Surtidos de plata, mercurio, trigo, maíz, leña, telas y animales.
Un carruaje que salía del centro de México con destino a Santa Fe, recorría una distancia mayor que el tamaño de la cordillera de los Alpes.
En la actualidad existe una colaboración entre instituciones mexicanas y estadounidenses que han generado proyectos de investigación y diversas publicaciones impresas y virtuales. Hay datos sobre los lugares y los personajes, pero también sobre el patrimonio intangible, como las tradiciones culinarias, religiosas, rituales, lingüísticas e incluso genealógicas.
El Camino Real de Tierra Adentro hoy ya no existe como tal, pero su historia y su importancia persisten en el tiempo. Sabemos que es un espacio vivo en el cual podemos estudiar la gran cantidad de culturas que lo construyeron y lo enriquecieron durante tantos siglos.