Ya se oyen la gritería y los aplausos. Ya se oyen ya, cuando por una de las bocazas de la arena, la del fascinante misterio de la ramificación de la vida, aparecen prontos y etéreos los gladiadores de las pócimas mágicas que a un tiempo uno y acaso entre los vapores de la imaginación se desdoblan con la ansiedad de una estampida de rinocerontes o gaviotas pintas sobre el mar del enlonado, como leones o corderos, como la carne y el hueso que sostiene el alma del guerrero.
Una máscara, una capa o nomás el gesto de ojos fieros apuntala como lanzas valor y decisión por la batalla a la que llama el réferi. Es la hora de la hora, músculo y destreza sostendrán una pasión que se colorea de rojo con la herida que embravece y vuelca el duelo hasta el renglón de lo sublime. Porque en la lucha libre el bien y el mal se fortalecen cada uno a su manera, mientras el público decide según lo dicta su conciencia, pero más, siempre más su corazón de fáciles amores.
En la Lucha Libre confluyen precisión y alto riesgo con rutinas que a semejanza de una coreografía conforman el teatro de lo popular. Hacer y dejar hacer con el valor entendido de la improvisación que finalmente airea con libertad una puesta en escena de añeja tradición y gozo comprobado desde 1933, cuando Salvador Lutteroth González, el hombre de Ocotlán, Jalisco, trajo a México una nueva propuesta de insospechados alcances. Lutteroth era inspector de Hacienda, pero al margen de sus menesteres, el asombro le ganó al presenciar un encuentro de Lucha Libre en el Liberty Hall de El Paso, Texas. La imagen del luchador griego Gus Papas selló su vida. Lo demás fue cuestión de tiempo. Lutteroth se asoció con Francisco Ahumada, fundaron un negocio llamado La Empresa y tras un intento fallido con el propietario de la Arena Nacional el nuevo espectáculo ensanchó sus posibilidades al concretarse la renta de la Arena Modelo, aunque estaba casi desmantelada. Hubo que ponerle tablones, techarla, hacer múltiples arreglos, pero finalmente el sueño de Lutteroth se concretó el 21 de septiembre de 1933 con un cartel que incluyó entre otros luchadores al Chino Achiu, el estadounidense Bobby Sampson, el irlandés Cyclone Mackey y el mexicano Yaqui Joe.
Justo un año después una sonrisa llenadora en el rostro de Lutteroth coronó una gran noticia: su billete de lotería contenía los números de un premio de 40 mil pesos que aumentaron su capital y entusiasmo, hasta decidirse por la construcción de un local propio que sería la Arena Coliseocon cupo para 6 mil 500 espectadores. La inauguración fue el 2 de abril de 1943, y de ahí en más, la Empresa de Lucha Libre fue campo fértil de laCiudad de México y más tarde en todo el país. Un próspero negocio que se apuró a darle el adiós en 1954 a la antigua Arena México para emprender la nueva obra, estrenada el 27 de abril de 1956, con combinación con el boxeo, otro deporte de grandes sembradíos y abundantes cosechas para los mexicanos.
De modo que la Lucha Libre goza de excelente salud: máscaras famosas y legendarios atletas como El Santo o el Enmascarado de Plata, el icono máximo, Blue Demon, Black Shadow, el Huracán Ramírez que a contracorriente surgió del cine con David Silva encarnando un personaje de Joselito Rodríguez para glorificarse luego en las arenas, o entre los modernos El Ultimo Dragón, Dr. Wagner Junior, El hijo del Santo, Rey Bucanero y Shocker. Divididos entre técnicos y rudos el uno para el otro se complementan en la dura relación de llaves y candados que, más allá de la puesta en escena, significa deveras el peligro de asomarse por el ring a los abismos de la tragedia, como el caso de Merced Gómez, quien en la prehistoria de la Lucha Libre perdió un ojo por una patada del Muerciélago, o ya en la etapa moderna, El Solitario, quien se fracturó la columna vertebral y murió en el quirófano. O Sangre India, quien un 25 de diciembre hizo una mala salida desde el encordado, se pegó en la nuca y falleció en la arena.
ARENA COLISEO:
Perú 77, casi esquina República de Chile, Centro Histórico. 5526 1687. Martes 19:30; domingo 17:00 horas.
ARENA MÉXICO:
Dr. Lavista 187, Doctores. Viernes 20:30 horas.
Tiene también la opción de las llamadas arenas chicas como la Naucalpan, jueves y domingo o la López Mateos, miércoles y domingo en Tlalnepantla. Precios populares.