Fundado a mediados del siglo XVI por fray Juan de Mérida, este ex convento empleó a seis mil indígenas, los cuales lograron terminar el conjunto en siete meses.
En su atrio están los vestigios de piedras labradas correspondientes a la antigua edificación maya que allí se encontraba.
El templo presenta una fachada del siglo XVII con la imagen de San Miguel.
El interior alberga un arco triunfal, cariátides que descansan sobre cabezas de piedra en el altar, retablos, un púlpito de madera tallada y una pila de agua bendita labrada en piedra.
El claustro conserva un Cristo en piedra.