Esta construcción, edificada en la primera mitad del siglo XVI, sobresale principalmente por lo pequeño de sus dimensiones.
Se podría decir que se trata de un “ex convento en miniatura”.
Sin embargo, debe recalcarse la belleza y la armonía de su arquitectura.
Conserva la pila bautismal de una sola pieza, la esbelta fuente de piedra al centro del patio y la cruz atrial con símbolos de la Pasión.
Además una capilla abierta y dos capillas posas se conservan aún, aunque sin ornamento alguno.
Frente a la iglesia se aprecia la fachada barroca del templo, ornamentada con motivos indígenas.
El claustro posee un refectorio estrecho y unos angostos pasillos con seis diminutas celdas, cuyos muros y columnas dan la sensación de ser de juguete.