Cataviña se encuentra al norte del Valle de los Cirios, a orillas de la carrtera Transpeninsular 1. En el camino aparecen muebles, mesas y lámparas hechas con el tronco de los cirios, realizados por los artesanos locales.
Aquí se encuentra el Hotel Misión Cataviña, cuya presencia es un punto de descanso en medio del desierto. Está construido a manera de hacienda con una laberca rodeada de arcos.
Al sur se encuentra el Rancho Santa Inés, desde ahí se puede tomar el camino de terracería que conduce a un oasis y a lo que queda de la Misión de Santa María de los Ángeles, la última empresa religiosa emprendida por los jesuitas en Baja California. Para conocerla se debe recurrir a la ayuda de un guía y un vehículo 4X$, y es necesario acampar una noche para poder llegar a un segundo oasis conocido como La Escuadra en donde se puede nadar.
A 3 kilómetros del Hotel Misión Cataviña se encuentran las Pinturas Rupestres de Cataviña. Es un sitio al que se puede acceder de manera fácil, ahí, en el desierto, surgen cardones y cirios. Un sendero entre rocas lleva hasta la elevación en donde hay una cueva. Una vez dentro de esta cueva, la mirada se encuentra con las pinturas en rojo, negro, amarillo y blanco.
Regresando un poco hacia el sur, se encuentra la desviación hacia Bahía de los Ángeles. Sobre la carretera 12, antes de llegar a la bahía, empieza el camino de terracería que conduce luego de hora y media hasta la Misión de San Francisco de Borja Ádac, para poder visitarlas es necesario hacerlo en un vehículo 4X$ y con la ayuda de un guía. La iglesia se encuentra cubierta con una bóveda corrida, una pila bautismal y algún crucifijo en sus muros. El coro, con su escalera de caracol, reciben a los que ingresan a este espacio, un poco más adelante se encuentra el presbiterio, en donde se encuentra la capilla y la sacristía. Todo el edificio posee una traza rectangular y fue construido con piedras de cantera cortada en bloques rectangulares. En octubre se celebra al santo en la fiesta patronal.
En el camino hacia la misión se encuentran las Pinturas Rupestres de Montevideo, fueron plasmadas entre las múltiples cavidades de un gran muro rocoso. Para poder verlas de cerca se debe escalar entre las piedras. Para colorear estos trazos, los cochimíes utilizaban pigmentos de origen mineral mezclados conalgún aglutinante vegetal como la baba de nopal.
El desierto de Cataviña es un sitio ideal para escalar en roca, pero también para practicar ciclismo de montaña. Hay gran cantidad de cactus, pendientes rocosas y paisajes que hacen de este un sitio sin igual. Es recomendable llevar siempre víveres y el equipo adecuado.
El suelo del Valle de los Cirios es diverso y accidentado, con planicies desérticas, montañas, mesetas, barrancos y cauces de arroyos. Posee más de 100 especies de animales y alrededor de 700 vegetales, muchas endémicas, Entre la fauna se encuentran borregos cimarrones, venados bura, pumas y reptiles, el berrendo o antílope americano se le puede ver por estaciones, al igual que aves de paso. Ha sido muy poca la presencia del ser humano en el Valle de los Cirios, pero quedan vestigios de su paso por estas tierras como fósiles, pinturas rupestres y petroglifos. Én el desierto se encuentran las dos misiones mejor conservadas de todo Baja California, la de San Francisco de Borja Ádac y la de Santa Gertrudis la Magna.
Con el paso del tiempo se fueron construyendo misiones, pequeños pueblos que se levantaban en donde había agua y materiales disponibles para construir edificios. Las misiones servían como templos, fortalezas, talleres, dormitorios y almacenes, en ellas quedaban algunas poblaciones indígenas, regidas por el gobierno religioso. Fué entonces cuando apareció el Camino Real Misionero de las Californias, que unía las misiones desde el sur de la península hasta el norte.
Los primeros en llegar fueron los jesuitas bajo el mando del padre Juan María de Salvatierra, fundó en 1697 la primera misión de las Californias, la de Nuestra Señora de Loreto Conchó. A lo largo de 70 años la Compañía de Jesús edificó 18 misiones, la mayoría de ellas ubicadas al sur de la península. De las tres que edificaron al norte, hay dos que vale la pena visitar como la Misión de Santa Gertrudis la Magna y la Misión de San Francisco de Borja Ádac. Las construcciones de piedra que vemos en la actualidad son obra de los dominicos quienes administraron los templos después de la expulsión de los jesuitas. La última misión establecida enBaja California por los jesuitas fue la de Santa María de los Ángeles.
Los jesuitas fueron expulsados de la Nueva España en 1767, y en ese mismo año llegaron los franciscanos del Colegio de San Fernando de México bajo la dirección de Junípero Serra, quién aceptó encabezar la evangelización. Ellos iban a fundar varias misiones como la insigne Misión de San Diego de Alcalá, pero la única de obra que dejaron fue la Misión de San Fernando Rey de España de Velicatá, ubicada al noreste de Santa María de los Ángeles.
En 1768 un decreto establecía que franciscanos y dominicos se distribuyeran las misiones. Los dominicos se hicieron cargo de todas las misiones de la península bajacaliforniana, incluyendo la de San Fernando Rey de España de Velicatá. Asumieron el compromiso de fundar otras hacia el norte, ocupando las sierras y valles que habían de transformarse en zonas vitivinícolas. Las realizaron de adobe, por tal motivo lo único que queda de ellas es el cimiento.
Las nueve misiones que construyeron los dominicos en Baja Californiason: Nuestra Señora del Santísimo Rosario de Viñadaco (1774-1832), Santo Domingo de la Frontera (1775-1839), Santo Tomás de Aquino (1791-1849), San Pedro Mártir de Verona (1794-1824), Santa Catarina Virgen y Mártir (1797-1840), San Vicente Ferrer (1780-1833), El Descanso (1817-1834) y Nuestra Señora de Guadalupe del Norte (1834-1840).