Ubicada a 20 kilómetros del entronque de la carretera central, esta es una de las cabeceras municipales más chicas del Estado.
El pueblo es pintoresco, la mayoría de las fachadas están pintadas en rojo ladrillo sobre crema, con excepción de la iglesia. El templo, dedicado a la Guadalupana, tiene una decoración donde destacan los arcos y la falta de una cúpula central sobre el altar. Una tradición muy local, que va más allá de lo habitual, es levantar el Niño (o quitar el Nacimiento) hasta el 27 de febrero. Para esto se organiza una gran verbena alrededor de la plaza y todos los lugareños participan, al igual que los vecinos de comunidades aledañas.
En los límites de este municipio, en el poblado de San José Ipoa, hay una exhacienda en ruinas, cuya capilla vale la pena conocer. Este sitio se encuentra a 3 kilómetros de la carretera central y a 17 de Villa de Guadalupe.