El ritual del surf inicia con los primeros rayos del sol. Durante el amanecer se levantan las mejores olas; se toma la tabla, se embadurna de cera, se ajusta la banda de velcro de la liga al tobillo y se nada mar adentro.
En el fondo sólo se ve cómo se levantan las olas; se pasa una y luego otra hasta llegar al fondo. La adrenalina comienza a recorrer el cuerpo cuando uno se enfrenta cara a cara ante la gran muralla de agua, ante la ola que ha viajado miles de kilómetros sólo para encontrarse contigo.
Entonces, volteas hacia la playa y comienzas a remar con todas tus fuerzas, pues la ola amenaza con succionarte. Llegado el momento saltas sobre la tabla e inicias el deslizamiento a toda velocidad.
Ante tus ojos se abre el tubo de la ola, también conocido como cuarto verde, y ahí estás, surfeando dentro de la ola. Subes y bajas por ella haciendo cortes, sintiendo cómo una sensación de libertad invade todo tu cuerpo.