La magia de Tlayacapan radica en los diversos atractivos que conserva, como el baile del “brinco” del chinelo, un museo de momias en su ex convento del siglo XVI, la banda de música más antigua del país, artesanos que siguen creando extraordinarias piezas de cerámica en barro y una gastronomía que deleita. Todo esto flanqueado por la sierra de Tepoztlán y bajo el ambiente apacible de los secretos bien guardados.
Quizá lo más sorprendente de esta localidad, trazada en forma de cruz, es el Ex Convento de San Juan Bautista, construido en 1534 por los frailes agustinos y, desde 1996, considerado Patrimonio de la Humanidad. El templo destaca por sus enormes dimensiones, como la de su frontispicio principal de más de 30 metros de altura. Te sugerimos poner especial atención en la ornamentación plateresca de su interior, un estilo suntuoso desarrollado por los propios agustinos. Una vez dentro del ex convento, los guías te explicarán los murales y frescos que decoran sus paredes. También se puede visitar un museo de sitio en lo que fue el refectorio, la sala de profundis y la sacristía, donde verás valiosos objetos de arte sacro colonial.
Además, podrás admirar algunas de las momias descubiertas en 1982 durante la restauración de la iglesia. Se dice que pertenecen principalmente a niños y adolescentes de familias colonizadoras pudientes, por lo que gozaron del privilegio de ser enterrados “más cerca de Dios”, El ex convento está abierto de las 10 a las 17 horas, de martes a domingo.
De acuerdo con su raíz náhuatl, Tlayacapan significa “La nariz de la tierra”, hecho que cobra sentido en los comedores del Barrio de Santa Ana, donde podrás deleitarte con el mole verde de pepita, mejor conocido como pipián, acompañado con tamales de sal, charales y frijoles blancos. Te sugerimos también probar el tlaxcal, un pan prehispánico elaborado con maíz, canela y azúcar; así como el chocolate prehispánico en tablillas, molido en metate y que antes era destinado sólo a algunas jerarquías; por suerte esta delicia ya está al alcance de todos.
La Casa de la Cultura data del siglo XVI, y además de ser casa del Encomendado de la Nueva España, sirvió como cuartel del general Emiliano Zapata y como fábrica de velas. En su interior hay tres salas permanentes dedicadas a Tlayacapan: El Chinelo, El Alfarero y Tradiciones y Costumbres. Pregunta por el aljibe circular y por los hornos usados para la fabricación de velas.
Si te gusta el arte sacro y tienes ganas de caminar por Tlayacapan, lo mejor es visitar las numerosas “capillas de barrio”, que tienen varios estilos arquitectónicos. entre las más relevantes están las de San José de los Laureles, San Agustín y San Andrés por su antigüedad.
Casa Tonantzin es una construcción original en adobe, con amplios corredores y decoración ecológica. Esta joya arquitectónica fue creada por el padre Claudio Favier Orendain de la orden jesuita, quien ayudó al desarrollo de los habitantes del municipio.
Aquí te sugerimos tomar un temazcal para vivir la mística experiencia del baño prehispánico con los beneficios adicionales del equilibrio de chakras. Acompañarlo con un baño de sábila y barro te ayudará a exfoliar la piel tras haber eliminado las toxinas.
En el spa encontrarás tratamientos de biomagnetismo, faciales y masajes de relajación tipo shiatsu, con piedras calientes o reflexología, tratamientos que combinan a la perfección con el magnetismo de la sierra de Tepoztlán.
Un recorrido por la calle artesanal Emilio Carranza ejemplifica la maestría con la que sus habitantes moldean el barro desde tiempos prehispánicos. Además de hermosas vajillas de alta temperatura y objetos como cazuelas y jarros para fiestas familiares y mayordomías, las manos tlayacapenses producen cerámica policromada de barro cocido sobre fondo blanco, pintada al temple. Nada se compara con atestiguar su complejo proceso: el barro se mezcla con tierra y después con plumilla extraída del tule. Se amasa hasta darle forma y se deja secar al aire libre. Se pone al fuego para someterlo a lo que se conoce como “chambusco”; se decora con esmalte, y se pasa por un segundo fuego que le da una belleza variada.
Dichas piezas se usan para adornar los altares de las ofrendas para los muertos “chiquitos”, así como con intenciones mágico-terapéuticas para personas que han enfermado de “mal aire”.
Si no tienes la suerte de estar aquí durante el Carnaval (que es cuando los locales se disfrazan con máscaras de ojos claros y barbas alargadas para representar a los españoles colonialistas) visita las oficinas de la Banda de Tlayacapan, para que alguno de sus representantes te dé un paseo por la historia de la banda de viento más antigua del país, que desde su fundación en 1870 se ha distinguido por el talento de sus 40 músicos. Ellos siempre van vestidos con gabán, sombrero y cotón, y han llevado la música mexicana a varios rincones de todos los continentes como muestra de que los habitantes de Tlayacapan saben preservar sus costumbres y el inagotable talento en manos de sus habitantes.
Imperdible:
-
Presenciar el brinco de “El Chinelo” y escuchar a la Banda de Tlayacapan.
-
Recorrer el Mercado y la Plaza Artesanal del Alfarero, con la intención de llevarte un recuerdo hecho de barro.
-
Visitar el Ex Convento de San Juan Bautista, donde se exponen las momias descubiertas en 1982 en la nave mayor.
Cómo Llegar:
Desde la Ciudad de México y tomar la carretera a Cuernavaca y después la desviación a Oaxtepec. A 15 minutos se encuentra Tepoztlán y a otros 15 minutos Tlayacapan.
Festividades:
-
Carnaval de Tlayacapan, tres días antes del Miércoles de Ceniza.
-
La Fiesta de San Juan Bautista, del 22 al 24 de junio.
Información Turística:
Ayuntamiento de Tlayacapan.
Teléfono: (735) 357 6590.
Dónde Dormir:
Booking.com