Las montañas que existen en México prsentan ecosistemas templados cuya riqueza vegetal depende en gran medida de la abundancia y la frecuencia de la neblina y de la lluvia.
En los bosques nublados, el olmo mexicano se enseñorea como el máximo coloso vegetal, pues llega a medir hasta 87 metros de altura. Entre otras especies, se ven liquidámbar, bromelias, orquídeas y helechos que les dan un aspecto lanudo a los troncos y a las ramas, bajo cuya sombra transitan ranas y salamandras. La densidad del bosque oculta a los pavones, cotingas y quetzales, que aparecen como fantasmas entre la bruma.
En las montañas menos bendecidas por la humedad se forman los bosques mixtos, que poseen pinos y encinos en proporciones variables.
Los bosques dominados por encinos suelen ser más densos y alegres, y se encuentran adornados por numerosas plantas que viven sobre ellos. Los bosques mixtos presentan climas agradables y apacibles. En su follaje abundan azulejos, trogones y pájaros carpinteros, mientras que las ardillas surcan con ligereza sus ramas.
En algunos bosques templados todavía pueden verse las grandes especies, como osos, venados, jabalíes de collar y pumas. Es en este tipo de bosques donde la mariposa monarca atiborra las ramas de los abetos y por millones, forma colonias para sobrevivir al invierno ártico.
La importancia de estos bosques para el equilibrio ecológico es innegable, ya que cada uno juega un papel fundamental en la recarga de los mantos acuíferos de su zona y en la producción de oxígeno.