La civilización maya que floreció en el territorio que forma el sureste mexicano y otros países de Centroamérica no pude ser pensada como una idea definitiva, no tiene forma ni se sostiene ni digiere tan fácil como una manzana: lo que hoy denominamos maya es un complejo mosaico cultural que floreció a lo largo de distintas épocas, en distintas regiones y de distintas maneras.
Para su estudio se divide en nueve periodos: etapa lítica, preclásico temprano, preclásico medio, preclásico tardío, clásico temprano, clásico tardío, clásico terminal, posclásico temprano y posclásico tardío. Cuando nos referimos a una cultura maya no hablamos de una sola, sino de muchas que se manifestaron a lo largo del tiempo y que en efecto comparten similitudes como el sistema de numeración vigesimal o el desarrollo de lenguas con origen común en el protomaya, la lengua madre habla hace unos 5,000 años.
A pesar de los avances científicos que han dado sentido a este gran rompecabezas y han ofrecido un mejor entendimiento de la organización política y social de los grupos mayas, aún queda mucho por hacer. La diversidad maya es tan rica como la de cualquier grupo humano y no puede ser el cómodo recipiente en el que incluimos todo “lo indígena” que sucedió y sucede en la península de Yucatán.
En el caso específico de Quintana Roo, podemos hablar de sitios que turísticamente tienen mayor importancia. Tulum, por ejemplo, recibió alrededor de 1,100,000 visitantes en 2011, Cobá 400,000 y San Gervasio 137,000. Ninguno de ellos en Cancún, la ciudad mexicana que mayor cantidad de turistas extranjeros atrae.
Ya bien por el auge turístico de la zona, ya por el reciente atractivo de la astrología maya, el patrimonio material e inmaterial de esta civilización que llegó hasta Guatemala, Belice, El Salvador y Honduras, atraviesa hoy por un momento de buena fama y amplia reputación. Esta inusitada atención no es exclusivamente mediática ni se resume a catastróficas teorías sobre el fin del mundo. Desde hace mucho, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) realiza aquí labores de investigación, restauración, conservación y difusión del legado maya que resguardan Chiapas, Campeche, Tabasco, Yucatán y Quintana Roo.
En 2011, las 60 zonas arqueológicas de estos cinco estados recibieron 5 millones de visitantes, casi 30 por ciento del total de tursitas que visitaron zonas arqueológicas en todo el país. Aunque los proyectos de investigación y exploración arqueológica por parte del INAH y otras instituciones son permanentes en todo México, destaca el trabajo que se ha realizado recientemente en el área maya y en Quintana Roo y los hallazgos a lo largo de su Costa Oriental.
Los frutos de años de investigación pueden apreciarse en el recién inaugurado Museo Maya de Cancún, que resguarda una colección sobre las manifestaciones de la sociedad maya en el contexto geográfico y cultural de la región. El museo fue edificado a un costado de San Miguelito, un sitio de intensa labor arqueológica, explorado en los últimos años.
EL REY
El universo maya de Quintana Roo esconde muchos más secretos y tesoros por descubrir, verdaderas maravillas que trascienden las tendencias y que ocupan a los investigadores en proyectos de larga duración. Uno de ellos es El Rey, ubicado sobre el kilómetro 16 del Boulevard Kukulkán.
El Rey fue descubierto en 1923, pero explorado exhaustivamente hasta los años setenta. Se trata de la zona arqueológica más importante de la isla deCancún, con una extensión de más de 50,000 metros cuadrados, compuesta de 59 estructuras entre edificios públicos y casas habitación. El Rey es una calzada con estructuras a los costados, que probablemente sirvieron como templos y residencias de personajes de alto estatus social. Algunos de sus edificios aún conservan restos de pintura mural, con representaciones de deidades y elementos simbólicos asociados con el ritual maya del periodo posclásico (del año 1000 al 1550).
La arqueóloga Sandra Elizalde del INAH, responsable de este sitio arqueológico, asegura que lo que hoy podemos contemplar es en efecto la calzada principal de una ciudad, con edificios que se remontan al periodo posclásico tardío, entre 1200 y 1250. Como asentamiento podría haberse fundado hacia el año 300 a.C., cuando se estableció ahí un pequeño grupo con casas de madera y techos de palma sobre pequeñas plataformas de piedra. Siglos después, entre el 200 y el 1200, sus habitantes se dedicaron a la pesca y a la extracción de sal para su propia subsistencia, o posiblemente para pagar tributo a centros de poder regional y vender esos productos a los grandes núcleos poblacionales.
El estilo arquitectónico de los edificios en El Rey corresponde al que prevalece a lo largo de la Costa Oriental, desde Chetumal hasta Cabo Catoche. Este estilo se caracteriza por tener columnas que sostienen techos planos y bajos, en contraste con los típicos del periodo clásico, que tienen forma de bóveda; las casas habitación están sobre una plataforma cuadrada, generalmente ubicadas cerca del mar. Son construcciones del mismo periodo de Tulum ( a 133 kilómetros de distancia al sur) y por lo tanto muy similares; es muy probable, asegura la investigadora, que existieran intercambios y relaciones entre ambos centros urbanos.
Al centro de la calzada hay una pirámide y otras estructuras donde vivían personas de alto rango, y donde también se realizaban actividades de tipo administrativo y religioso. La gente del pueblo vivía en la costa, en precarias casas de las que ya no queda rastro.
EL ESPLENDOR DE EL REY Y SAN MIGUELITO
De acuerdo con Sandra Elizalde, El Rey era un centro mercantil que llegó a establecer lazos comerciales con Centroamérica. Durante las excavaciones de los años setenta se encontraron vestigios que evidencian este intercambio, como la presencia de obsidiana guatemalteca.
La investigadora reconoce que no se ha podido determinar qué tan grande llegó a ser la población de El Rey, pero sí se sabe que junto con San Miguelito, un kilómetro al norte, son el mismo asentamiento; ambos sitios corresponden al mismo periodo, presentan el mismo estilo arquitectónico y si son vistos en un mapa satelital puede verse que están alineados. Hoy los separa el Boulevard Kukulkán. Conforme las investigaciones avanzan se ha consolidado la creencia de que ambos guardan una íntima relación.
En El Rey no hay vestigios de glifos que refieran el nombre original del asentamiento. Ante la falta de escritura que aporte más pistas, su toponimia se remonta a 1923, cuando el arqueólogo Raymond Merwin y su equipo descubrieron la parte superior de una figura antropomorfa que hoy es parte de la colección del museo. En aquel entonces se pensó que se trataba de un rey maya.
Desde 1923 hasta los setenta, el sitio estuvo prácticamente abandonado, resguardado por la selva. Fue hasta 1975, con el desarrollo turístico deCancún, que comenzaron las excavaciones con el fin de que el balneario mexicano contara con atractivos culturales. Entre 1975 y 1976 El Rey fue ampliamente explorado por Pablo Mayer y otros arqueólogos. Encontraron más de 50 entierros con ofrendas dentro de las estructuras, herramientas, cerámica, piezas de obsidiana, pedernal, cobre, hachas, entre otros objetos.
Desde los setenta permaneció intacto hasta 2010, cuando se realizó la liberación (limpieza) y restauración de algunos edificios. “Pasaron más de treinta años para que se volviera a tocar”, expresa Sandra Elizalde, por lo que algunas estructuras ya se encontraban enterradas. “Normalmente el viento acumula en ellas la arena y en algunos casos tuvimos que retirar hasta medio metro de tierra”. De las 59 estructuras, se mejoraron 27.
Estos trabajos de 2010 no constituyeron en sí una exploración, no obstante, al momento de mover los grandes bloques de piedra se encontraron más artefactos de obsidiana, una escultura pequeña con forma de jaguar y otras piezas. El resto de los edificios podrían quedar liberados y restaurados en 2013.
Esta gran calzada ubicada en el corazón de la zona hotelera de Cancún es una de las trece zonas arqueológicas de Quintana Roo y, sin embargo, la cuarta menos visitada. El Rey es una muestra de la enorme riqueza de la cultura maya, y simboliza el mar de conocimientos al que los investigadores y los turistas se enfrentan cuando llegan a una región que tiene otros 60 sitios arqueológicos que ofrecer, cada uno con su historia y peculiaridades.
El Rey fue un sitio de gran relevancia hasta tiempos tardíos (1300-1550), cuando llegaron grupos a establecerse en las costas del actual Quintana Roo. A la llegada de los españoles, sus habitantes, viendo destruidas las rutas de comercio marino que permitían su permanencia, huyeron hacia el interior de la península, dejando deshabitada su comunidad.