Desde su nombre, el Zócalo refleja esa calidad de sitio único en la ciudad. Un zócalo es una plataforma y aquí no hay ninguna. Cuando México comenzó su vida independiente se hizo necesario conmemorar la gesta independentista, y fue Antonio López de Santa Anna, en 1843, quien llamó a la construcción de un monumento. Por falta de dinero la idea no pasó de plataforma, de zócalo, que desde entonces quedó en la memoria nacional y acabó por singularizar a la plaza mayor de la capital.
El Palacio Nacional ocupa el lado oriente del Zócalo, donde estuvieron las Casas Nuevas de Moctezuma. Éste es un edificio lleno de historia y arte. En el que se pueden visitar los murales de Diego Rivera ubicados en la escalera y los corredores, y también el Recinto de Homenaje a Juárez, instalado en el área que habitó y donde murió cuando era presidente, además del jardín botánico en la parte posterior, creado durante la Colonia.
En el costado sur están los edificios del gobierno del Distrito Federal, cuyos portales lucen en mosaicos los escudos de poblados y personajes relacionados con México y la ciudad, desde aquí se tiene la vista magnífica de la Catedral Metropolitana, ubicada al norte.
En el costado poniente, en la esquina con 5 de Mayo, el edificio ocupado ahora por el Nacional Monte de Piedad nos trae a la memoria al conquistador Hernán Cortés, quien estableció allí su residencia y tenduría de libros del inmenso marquesado del Valle de Oaxaca con el que la Corona española premió sus servicios; en el mismo lugar donde existieron las Casas Viejas de Moctezuma y el palacio de Axayácatl, alojamiento de las huestes españolas cuando llegaron por primera vez en 1519 a la ciudad prehispánica; donde apresaron a Moctezuma y le dieron muerte; donde la codicia los llevó a profanar el nicho que guardaba las cenizas de Axayácatl en busca de oro; donde se atrincheraron luego de las barbaridades de Pedro de Alvarado en el vecino Templo Mayor, y en donde salieron aprovechando la oscuridad para huir en la Noche Triste.
El Zócalo es testigo de la alegría desbordada y de los momentos más tristes para el país. Cada 15 de septiembre se reúne allí una multitud que celebra otro aniversario del Grito de Independencia, entre ¡vivas! y cohetes, a la espera del desfile militar del día 16; pero el Zócalo también vio el desfile, precisamente en ese día de 1847, de las tropas invasoras.
La Plaza de la Constitución o Zócalo es, pues, el centro del ajetreo de la gran capital. En sus confines se reúne no sólo la historia pasada y presente, sino también una ciudad viva y actuante que lo mismo se manifiesta ahí en los actos políticos más diversos, que con la presencia diaria de quienes la transitan, la hacen su sitio de trabajo o la ocupan con los más disímbolos fines, como danzar desde la mañana hasta altas horas de la noche en honor de dioses que hace mucho fueron desbancados.