El templo de San Hipólito es quizá el segundo santuario católico más concurrido de la capital, despúes de la Basílica de Guadalupe. La indiscutible veneración y fe que despierta la figura de San Judas Tadeo entre miles de creyentes, ha hecho de este recinto histórico de los más significativos de la urbe.
Cuatro sitios claves forman parte fundamental de la historia de Méxicorelacionados con la Conquista, se encuentran en el Centro Histórico de la capital: la plaza del Aguilita, en el barrio de la Merced, donde los mexicas hallaron el águila parada sobre un nopal devorando a la serpiente, señal para fundar la ciudad de Tenochtitlan, el Templo Mayor, cuyas ruinas fueron descubiertas entre 1978 y 1982, el inicio de la antigua calzada rumbo a Iztapalapa, donde se encontraron Moctezuma II y Hernán Cortés, y el lugar que dio origen a la llamada Noche Triste, donde se construyó después el templo de San Hipólito y San Casiano.
En la esquina de la avenida Puente de Alvarado y la prolongación de Paseo de la Reforma se encontraba uno de los fosos que defendían la entrada a Tenochtitlan por la calzada de Tlacopan. Fue ahí donde se llevó a cabo una feroz matanza de españoles y sus aliados tlaxcaltecas la noche del 30 de junio de 1520 a cargo de los guerreros mexicas, quienes hicieron huir rumbo a Popotla al ejército invasor. Cuenta la leyenda que Cortés lloró esta derrota al pie de un enorme ahuehuete.
Al año siguiente Tenochtitlan fue conquistada y Cortés ordenó edificar un templo dedicado a San Hipólito y San Casiano, cuyas fiestas religiosas se conmemoran precisamente el día 13 de agosto, día de la caída de Tenochtitlan.
Hipólito era un soldado del siglo III que custodiaba a prisioneros cristianos, quienes lo convirtieron a su religión, fue martirizado y despedazado al ser atado a dos caballos salvajes. Casiano, fue un maestro que se negó a adorar a los ídolos romanos, fue torturado hasta la muerte por sus pequeños alumnos. Un templo de mayor tamaño comenzó a edificarce en 1559, anexo se edificó un hospicio destinado a los enfermos pobres, viejos y dementes: el Hospital de San Hipólito, el primero de su tipo en América, establecido por Bernardino Álvarez el 28 de enero de 1567. Junto con este fraile varios eclesiásticos formaron la congregación Hermanos de la Caridad de San Hipólito, reconocida por el papa Inocencio XII hasta 1700 como una Orden religiosa hospitalaria. Durante la época virreinal, el paseo del Pendón que conmemoraba la caída de Tenochtitlan y consistía en un desfile integrado por las más altas autoridades civiles, eclesiásticas y militares de la ciudad, comenzaba afuera del Palacio de los Virreyes y recorría varias calles hasta terminar precisamente en San Hipólito.
El templo de San Hipólito que hoy admiramos fue construido en 1740. Su fachada luce un par de relevantes torres ricamente ornamentadas en sus dos cuerpos, las cuales muestran la singularidad de estar “giradas” 45 grados respecto de la fachada, mientras sus bases lucen revestidas de hermosas ajaracas o elementos geométricos de influencia mudéjar.
La portada del inmueble, presidida por un gran relieve de San Hipólito enmarcado por gruesa moldura, presenta un aspecto sobrio formado por pilastras, tableros, nichos, una amplia ventana coral y cornisas de gran espesor. La cúpula destaca por las grandes ventanas de su tambor y los azulejos como revestimiento.
A mediados del siglo XIX el Hospital de San Hipólito sufrió varias transformaciones. En 1843 el general Antonio López de Santa Anna lo convirtió en cuartel militar y vendió los espacios de la planta baja. Tres años después se fundó el Hospital Militar de Instrucción y de 1847 a 1850 alojó al Hospital Municipal. La Escuela de Medicina tuvo como sede este recinto de 1850 a 1853 y, después de la Ley de Desamortización de los Bienes del Clero, fue ocupado por inquilinos de diversa índole.
El templo ha experimentado varias remodelaciones, como la que sufrió a fines del siglo XIX, siendo reabierto al culto en 1893. También ha sido testigo de hechos históricos, como cuando cerró sus puertas durante la Decena Trágica en 1913, aquella vez su cúpula y vitrales fueron dañados. El recinto religioso pudo reabrir hasta 1919.
Fue declarado Monumento Nacional en 1931. Diez años después su retablo principal fue restaurado, añadiéndose mármol. En los años cincuenta del siglo XX se acondicionó una capilla en el templo para la figura de San Judas Tadeo. Al paso del tiempo este santo se fue ganando la devoción de los capitalinos y para 1982 su imagen se trasladó al altar principal, en medio de San Hipólito y San Casiano. Se le reconoce como el “santo de los imposibles y de las causas difíciles”, en especial se acude a él en casos de desempleo y falta de recursos económicos. Su fiesta se festeja el 28 de octubre, día en el cual se congregan miles de creyentes que obligan a desviar el tránsito de los alrededores. Sus fieles llegan al templo cargando imágenes de San Judas Tadeo de varios tamaños para ser bendecidas, algunos visten túnicas de colores verde y blanco, representativas del santo.
Una auténtica verbena popular se lleva a cabo entonces: se ofrecen para su venta un sinfín de artículos como playeras, rosarios, collares, mantas, efigies, pinturas de San Judas. Aparte de su fiesta oficial, se han destinado los días 28 de cada mes para la celebración de misas especiales en su honor.
Hoy en día el templo de San Hipólito y San Casiano es más reconocido como el santuario de San Judas Tadeo, hecho que no le resta importancia que posee como testimonio de nuestra historia, que nos recuerda la defensa gloriosa de la impresionante ciudad de México-Tenochtitlan.