Historia de la Delegación Coyoacán, Ciudad de México
Los primeros coyoacanenses de que se tiene noticia ocuparon hace 25 siglos los terrenos que ahora conocemos como Copilco, en la orilla sur de la laguna de Texcoco. Pertenecían a la llamada Cultura Preclásica y cultivaban las fértiles tierras al pie de la sierra del Ajusco.
Después aparecieron en el valle nuevos grupos migratorios de la gran familia náhuatl, uno de ellos, el de los tepanecas, se instaló en terrenos del Señorío de Azcapotzalco que se extendieron a Coyoacán, que al alcanzar gran desarrollo a su vez se convirtió en Señorío, encabezado por Maxtla. Éste fue derrotado por los mexicas de Tenochtitlán en 1430, con lo cualCoyoacán pasó a ser su tributario. Esto no impidió su florecimiento manifestado en la talla de enormes monolitos de piedra de El Pedregal.
Hernán Cortés se instaló en 1521 en Coyoacán con sus capitanes y su valeroso prisionero Cuauhtémoc, al que sometió a tormento para que le revelara el sitio donde había ocultado el tesoro de los mexicas mismo que, nunca fue encontrado.
Asentado en Coyoacán, Cortés fundó el primer ayuntamiento del altiplano, segundo en la Nueva España, recibió el sometimiento del reino tarasco, organizó las conquistas del Pánuco del Sureste y de Guatemala, dispuso la exploración de la Mar del Sur, escribió a Carlos V la más importante de sus “Cartas de relación”, y tomó la trascedental decisión de edificar la capital definitiva de la Nueva España sobre los escombros de Tenochtitlán, con lo que Coyoacán dejó de serlo, para convertirse en 1529 en la del estado y marquesado del Valle de Oaxaca otorgado al conquistador.
A partir del siglo XVII se establecieron en Coyoacán prósperos empresarios que fundaron obrajes, talleres de hilados y tejidos de paños, así como ranchos y fincas rurales en magníficos palacetes, algunos de las cuales aún permanecen, aunque atribuidos a conquistadores, pues todos se construyeron posteriormente. Es el caso de las llamadas casas de Pedro de Alvarado, Diego de Ordaz, de la Malinche e incluso Hernán Cortés, que actualmente es asiento de la sede delegacional.
La calma provinciana se alteró durante la Revolución con las entradas y salidas de carrancistas y zapatistas a partir de 1914. Y en 1917 y 1923, dos actos de gran significado cultural se efectuaron en Coyoacán, la creación oficial del parque de Los Viveros y la de las Escuelas de Pintura al Aire Libre.
La villa saltó a los titulares de la prensa mundial en 1934 con la sangrienta “Jornada de los Camisas Rojas”, con la llegada de León Trotsky en 1937 y su asesinato en 1940, y en 1941 por ser la residencia del ex rey Carol de Rumanía, cuando en toda la demarcación vivían menos de 35,000 habitantes.
A comienzos de los cincuenta se edifica la Ciudad Universitaria, para dar cabida a la Universidad Nacional Autónoma de México, que se traslada del Centro Histórico al Pedregal. Con el tiempo, esto animó aún más la tradicional disposición de intelectuales, políticos, artistas y científicos a vivir en la antigua villa.
En la actualidad, la aglomeración coyoacanense ha rebasado el millón doscientos mil habitantes, repartidos en tres Coyoacanes: el Centro, Culhuacanes y Pedregales. Sus barrios son Panzacola, Santa Catarina, La Purísima Concepción, San Francisco, el Niño Jesús, San Lucas, San MAteo, San Diego Churubusco, y sus pueblos: Los Reyes, La Candelaria, San Pablo Tepetlapa, Santa Úrsula Coapa y San Francisco Culhuacán. Cada uno de ellos conserva una hermosa capilla, y el cada vez más estruendoso y veloz reloj de la modernidad no ha podido acallar las más de 50 fiestas patronales al año, las tradiciones y leyendas.
La delegación Coyoacán posee parques, jardines y campos recreativos públicos, mercados de antojitos y artesanías. Tiene tres Casas de Cultura del gobierno, la Jesús Reyes Heroles, una hermosa residencia jardinada frente a la Plaza de Santa Catarina, en la calle de Francisco Sosa. En la zona de los Pedregales está la Casa Raúl Anguiano con un enorme mural del mismo pintor, en un parque ecológico, donde cada 2 de noviembre se realiza el más fascinante “performance” popular con calaveras de cartón que parecen emerger de sus árboles y lagos, y la Casa Ricardo Flores Magón, que está en la frontera con Iztapalapa y que tiene en sus artistas jóvenes la multiplicación del espíritu del revolucionario que le da nombre.
Coyoacán alberga importantes planteles de enseñanza, como la Prepa 6, el Centro Nacional de las Artes, las escuelas NAcional y Superior de Música, y la de Restauración de obras de arte. Brotan escuelas y talleres de arte independiente, como La Casa del Teatro frente al Jardín de la Conchita, o el Centro de Arte Dramático fundado en la Avenida México-Coyoacán, a una cuadra del zócalo, por Héctor Azar.
También se encuentran importantes museos: el de las Intervenciones, en el ex convento de Churubusco, para mostrar a los mexicanos las agresiones que nuestro país ha sufrido a lo largo de su historia, el Nacional de Culturas Populares, donde los tamales, el café, el arte huichol o los migrantes indígenas han encontrado cobijo. También se encuentra el Museo de la Acuarela, el del Automóvil y el Anahuacalli, el más exótico quizá de los museos mexicanos, una pirámide de lava negra con arquitectura maya, teotuhuacana y azteca, construido piedra por piedra por Diego Rivera.
La Casa Azul o Museo Frida Kahlo se levanta a pocas cuadras de la ya desaparecida pulquería La Rosita, donde los alumnos de la artista, “Los Fridos”, Rina Lazo, Guillermo Monroy, Fanny Rabel y Arturo García Bustos pintaron los muros bajo su supervisión, y éste plasmó en unas nubes a María Félix.
En el Museo Casa de León Trotsky está enterrado este revolucionario ruso asesinado por órdenes de José Stalin y donde el propio David Alfaro Siqueiros dejó marcadas, en vez de sus famosas pinceladas, unas mal atinadas ráfagas de metralleta.
En lo que hoy es la calle Salvador Novo vivía este maestro de la pluma cargada no de tinta, sino de humor negro, hasta hace poco funcionaban en la calle Madrid su teatro y restaurante La Capilla, con las recetas que este ex cronista dejó, como la crema María Candelaria, de flor de calabaza. Esto en un pequeño centro cultural que hospedó por una década El Hábito, de Jesusa Rodríguez, y que alberga hoy la carpa de Las Reinas Chulas y el pequeño teatro irreverente.
La Ciudad Universitaria es también un arcón de arte, desde su Estadio Olímpico adornado con un mural escultopictórico de Rivera, otro de Siqueiros en la Rectoría, y el edificio alucinante de la Biblioteca Central cubierto con un mural de mosaicos realizado por Juan O’Gorman que representa las visiones del cosmos de Ptolomeo, Copérnico y los antiguos mexicanos.
En su Centro Cultural Universitario, que colinda con Insurgentes Sur, hay dos teatros, dos cines, un foro para música de cámara, otro para danza y performance, la Hemeroteca, la Biblioteca Nacional y la mejor sala de conciertos de América Latina, la extraordinaria Nezahualcóyotl. Muy cerca se construyó, a fines del siglo XX, el Espacio Escultórico, creado para resaltar la lava volcánica del Xitle, e integrar la escultura del paisaje con la obra de destacados artistas.
En Coyoacán florecieron grandes librerías como Gandhi, El Sótano, El Parnaso, Octavio Paz del Fondo de Cultura Económica, Nalanda y librerías de viejo, como la Torre de Lulio y la Salvador Novo, la cantina La Gudalupana con sus tertulias literarias, el Centro Cultural Veracruzano sobre la Avenida Miguel Ángel de Quevedo, plena de ahuhuetes sembrados por él mismo, quien fue llamado “El apóstol del árbol”.
Coyoacán fundó en el sur un parque, la Alameda del Sur, donde la primera jefa delegacional María Rojo, instituyó un foro en el cual cada sábado la gente se junta para bailar. Y en los Culhuacanes está el zoológico Los Coyotes, único con fauna local en toda la ciudad.