Su templo presenta un pórtico sencillo y en su interior alberga retablos neoclásicos.
El edificio, restaurado en 1683, fue sede del primer colegio de América de Propaganda Fide.
Su claustro sirvió como celda al emperador Maximiliano en 1867, poco antes de su fusilamiento en el Cerro de las Campanas y aún conserva pinturas en el refectorio, cocina, celdas y una biblioteca.