Construcción agustina del siglo XVI que cuenta con un jardín, el cual preside el resto del conjunto.
La fachada del templo es de estilo plateresco, trabajada por el indio mexicano Francisco Juan Metl y presenta piedras talladas en forma de pericos y otras aves, vegetales, querubines y columnas ricamente labradas.
Encima de la cornisa se advierte el corazón traspasado, símbolo de la orden agustina.
En 1706 el prior del ex convento, fray Matías de Palacios, blanqueó el edificio y lo redecoró, encontrando por accidente algunos frescos bajo la cal.
Hoy quedan al descubierto muestras de esta pintura al temple.
Actualmente el edificio alberga el Museo del Grabado Mexicano.