Según cuenta una leyenda rarámuri, al principio de los tiempos el universo sólo estaba habitado por los dioses Raienari (el Sol) y Mecha (la Luna).
Ambos dioses reinaban sobre la Tierra, que en ese entonces era suave y blanda, y en la que sólo había luz y obscuridad.
Cuando Raienari y Mecha se unieron por primera vez se desprendió la primera estrella y, al mismo tiempo, en la Tierra nació el primer rarámuri. Desde entonces los rarámuri primero andan por la Tierra y después caminan hasta el cielo.
Los tarahumaras o rarámuri aún conservan algunos rastros de esta concepción del universo. Poseen un gran respeto por la naturaleza y sus seres vivos, rinden culto al Sol, a la Luna y a las estrellas.
Los rarámuri son considerados la etnia más pura y mejor conservada de todo el continente americano, y le han dado su nombre a la sierra en la que viven.
Algunos estudios arqueológicos han demostrado que la presencia de los tarahumaras en la sierra de Chihuahua data de hace unos 10,000 años.
Entre sus costumbres más arraigadas se encuentran la de vivir en rústicas chozas de troncos de madera, lodo y piedra, dispersas en grandes extensiones de terreno o en las barrancas. También practican la agricultura de temporal de maíz y frijol.
Cuando terminan sus labores comparten el tesgüino, su bebida tradicional hecha a base de maíz fermentado.
Algunos hombres tarahumaras han cambiado su indumentaria, el taparrabos por el pantalón de mezclilla, pero siguen usando camisas con mangas abultadas, una faja y huaraches de cuero sujetos con correas.
Las comunidades tarahumaras son autónomas, y la máxima autoridad en cada una de ellas es el siríameo gobernador, quién reúne a la comunidad cada domingo en el atrio de la iglesia para tratar los asuntos de todos, así como para darles un nawésario sermón.
Los guías espirituales y doctores son los owirúames, con gran autoridad e influencia.
La fiesta de Semana Santa es considerada el eje de la vida de toda la comunidad. Las fiestas de la Virgen de Guadalupe y las patronales son realmente hermosas. En ellas utilizan su colorida vestimenta, violines, guitarras y tambores.
Los tarahumaras producen una gran cantidad de artesanías como herramientas, wares, rosarios, pulseras, collares, ollas de barro cocido, cobijas de lana, bolsas, faldas, blusas, violines, tambores, y más.
Su fama de buenos corredores se debe a que uno de sus principales juegos es la carrera de bola entre los hombres, o rarajípari, y la de mujeres que lanzan unos aros, o rowema, las cuales alcanzan más de 100 kilómetros de longitud.