Desde sus orígenes, Parras de la Fuente ha sido un oasis de verdor entre el desierto y la sierra gracias a sus abundantes manantiales. La generosidad de sus tierras se ha aprovechado para el cultivo de la vid y la fabricación de vinos. Algunos datos muestran que desde 1578 se efectuó una primera fundación de Parras, misma que se abandonó. Luego, el 18 de febrero de 1598 el jesuita Juan Agustín Espinoza fundó definitivamente el pueblo de Santa María de las Parras con el apoyo de familias españolas y tlaxcaltecas provenientes de San Esteban de la Nueva Tlaxcala, quienes gozaron de los mismos beneficios que la colonia madre. Tampoco hay que olvidar que es tierra natal de Francisco I. Madero.
Llegar a Parras significa dejar la aridez del inhóspito desierto para adentrarse en las extensas plantaciones de nogales y vides, dos de los cultivos más representativos de la región, los cuales reciben a los visitantes. En el centro hay varios lugares por conocer. Se puede comenzar con la Presidencia Municipal, un bello edificio de cantera rosa, construido en 1979. En su interior hay que apreciar el mural del cubo de las escaleras, cuenta la historia de Parras, desde la época prehispánica, la fundación del pueblo hasta la etapa de la revolución, haciendo énfasis en personajes coahuilenses como Andrés S. Viesca y Francisco I. Madero.
En la Iglesia de San Ignacio de Loyola se yergue una cruz en su esquina en honor a los precursores de Parras. El templo fue construido en 1607 y al interior conserva pinturas del siglo XVI, hace un par de años se descubrieron algunos murales bajo las capas de pintura en sus paredes. En la actualidad resguarda el Archivo María y Matheo, de acceso restringido, donde se conservan documentos civiles y eclesiásticos como nacimientos, defunciones, matrimonios, testamentos o registros de beneficencia, entre muchos otros, que se registraron entre 1621 hasta 1880.
El Templo de Santa María de Parras es uno de los más antiguos. Su fachada data de 1648 y conserva un estilo neoclásico muy reservado. En su interior destaca la imagen de la Virgen de Santa María, cuya celebración se realiza cada 15 de agosto. En su fachada se muestra un gran mosaico con el acta fundacional del pueblo. Al frente, en lo que antiguamente fue el atrio y cementerio del templo, está la Plaza del Reloj, cuyo monumento fue erigido en 1913 en honor de Francisco I. Madero y José María Pino Suárez después de que fueron asesinados. En lo alto del reloj se observa el busto del general Ignacio Zaragoza, quien fuera coahuilense.
Hacia el poniente de Parras se encuentra un templo de gran tradición, el Santuario de la Virgen de Guadalupe. Su fachada es de trazos sencillos, sin embargo el interior ampara pinturas de gran maestría. Simplemente su altar cuenta con cuatro lienzos donde se narran las apariciones del Tepeyac y uno de la Virgen al centro. A los costados del templo otras pinturas de San José y la Virgen María se enmarcan en elaboradísimos retablos churriguerescos de gran belleza.
La visita puede continuar en los acueductos. Esta obra hidráulica es de principios del siglo XX y a su lado corre una acequia que llena una pequeña poza de agua donde los niños de las casas cercanas aprovehcan para aventarse unos chapuzones, si usted se anima también puede hacerlo. Hacia el sur de este lugar se llega a otro sitio lleno de agua, el Estanque de la Luz cuyo gran cajón de agua se alimenta de los manantiales que bajan de la sierra. Su nombre original era Estanque de Lobatón pero fue cambiado en remembranza de Thomás Alba Edison quien a invitación de don Evaristo Madero, abuelo de Francisco I. Madero, acudió a este lugar para hacer las primeras pruebas con la bombilla eléctrica. Actualmente es un balneario público que se puede disfrutar con la familia.
Muy cerca del estanque se encuentra uno de los iconos de Parras, el Cerro del Sombreretillo que en lo alto se encumbra con la capilla de la Santísima Cruz, que resguarda al Santo Madero. Para llegar a lo alto se debe subir una larga pendiente de unos 500 metros. Ya en la cima la vista es perfecta. Desde aquí se entiende mejor por qué Parras es un oasis. Se notan límites muy marcados entre el verde follaje del pueblo y la aridez de la sierra al sur y el desierto al norte.
La historia del Santo Madero es muy peculiar. Cuentan que antes de la llegada de los españoles el cerro era lugar de ofrenda entre las tribus locales, al darse cuenta los frailes asentaron una cruz en lo alto, sustituyendo poco a poco el antiguo culto. Con el tiempo la cruz se consideró milagrosa; sin embargo, era constantemente derribada por los fuertes vientos. Por ese motivo se logró recaudar 700 pesos oro entre los pobladores para levantar la capilla en 1868 y proteger al Santo Madero, cuya fiesta se celebra cada 3 de mayo. Otra fiesta de gran tradición es la dedicada a la Virgen de San Juan durante los meses de abril y mayo. Es una celebración que dura 60 días, cada uno de los cuales es llevada en procesión a una casa distinta donde se le recibe con danzas, música y comida para los asistentes.
Por la noche puede disfrutar de un paseo nocturno por las calles de Parras durante las tradicionales callejoneadas. En el recorrido visitará algunos de los puntos más emblemáticos del centro mientras lo acompaña un cronista y un grupo de músicos que amenizará la velada. También conocerá las leyendas más recordadas. Como en la Plaza del Beso, donde ocurrió el trágico fin de una aventura amorosa entre la hija de un general francés y un lugareño de quien se enamoró.
Al sur de Parras se extiende uno de los lugares más asombrosos de la región: el Cañón de la Lima. Este lugar esta inmerso en la sierra donde el constante flujo de agua ha provocado enormes y largas zanjas. En ellas es posible practicar senderismo cuando no hay corrientes de agua. Si se realiza con precaución es un paseo muy seguro, aunque no afirmamos que salga seco, dado que existen diversas acumulaciones de agua que se deben sortear por encima de las rocas tratando de no caerse y otras en la que definitivamente hay que meterse para continuar la excursión. Hace 200 millones de años esta sierra conformaba el fondo marino, por ello es posible encontrar fósiles en el zigzagueante camino. Resulta impresionante ver las paredes del cañón, en ellas se nota la fuerza de las placas continentales que comprimen y retuercen las diferentes capas de piedra, logrando la elevación actual que emergió del mar.
En la Cueva de los Murciélagos nace un manantial y viven más de 40 mil murciélagos que cada noche salen para alimentarse. Contemplar este espectáculo natural es una oportunidad que pocas veces se tiene. Sin embargo, en Parras es cosa de todos los días. Para atestiguarlo solo se debe acudir al atardecer y esperar en sumo silencio la salida de estos quirópteros. Son totalmente inofensivos y contrubuyen a la ecología de estos parajes al devorar miles de insectos y con ello evitar el surgimiento de plagas. La cueva está en la parte trasera de la Antigua Hacienda de Perote, debe llegar a ella y preguntar a los encargados el camino hacia la pequeña gruta.
Estos campos siempre han sido de tierra generosa y clima benigno para el cultivo de la vid. Parras de la Fuente no será el mismo sin este centenario legado que iniciaron los conquistadores de estos territorios, quienes, al llegar, encontraron vides silvestres originarias que poco a poco sustitiyeron por cepas europeas. Unos años antes de la fundación de Parras, el conquistador Francisco de Urdiñola ya había establecido en las cercanías la Hacienda del Rosario, y en ella cultivado las primeras viñas que a la postre se convirtieron en Las Bodegas del Marqués de Aguayo. La primer vinícola comercial de la Nueva España. Sin embargo, en 1595 don Lorenzo García solicitó a Felipe II, rey de España, que le diera una dotación de tierras para cultivar la vid. Su pedimento fue atendido, y el 19 de agosto de 1597 recibió las mercedes reales, dando origen a la Hacienda de San Lorenzo.
Durante los siguientes siglos la Hacienda de San Lorenzo tuvo varios dueños. En 1893 don Evaristo Madero, abuelo de Francisco I. Madero y uno de los más prominentes comerciantes de Coahuila, compró la hacienda y con ella la tradición de tres siglos, en ese momento nombró a su bodega Casa Madero. Llegar a la antigua Hacienda de San Lorenzo es respirar la historia del vino en América, pues un sutil olor a uva madura flota en el ambiente, aún desde afuera, donde la Iglesia de San Lorenzo, recinto de la Virgen de San Juan, recibe a los visitantes. La caminata al interior del complejo vinícola permite conocer el proceso íntegro de la elaboración del vino, desde las tolvas donde se deposita la uva recién cortada, el proceso para despalillar y extraer tanques de acero inoxidable antes de guardar reposo en barricas de roble para posterior envasado y etiquetado. En los jardines se conservan piezas singulares que recuerdan las antiguas formas de producción, nada que ver con la imponente industria que se levanta al voltear la mirada.
Actualmente la Casa Madero cuenta con 450 hectáreas de viñedos eso la convierte en la segunda en tamaño en todo México, no obstante, se estima que en cinco años se convierta en la más extensa, pues continúan sembrando vides y preparando suelos para cultivo. De estas tierras se obtiene uva Cabernet Sauvignon, Shiraz y Tempranillo para el vino tinto, y Chardonnay, Chenin Blanc, Semillon y Colombard para el blanco.
Al poniente de Parras se encuentra la Antigua Hacienda de Perote, otra de las bodegas de mayor tradición en este pueblo. Su origen se remonta más de 300 años y pasó por muchos dueños, pero siempre conservó la fama de sus vinos. En sus bodegas se elaboran vinos generosos. Uno de los más conocidos es su Oporto y su Vermut, pero también fabrican jerez, moscatel, brandy, aguardiente blanco y sotol. Este último, elaborado a partir de una planta regional del desierto, cuyo sabor es parecido al tequila. El antiguo casco de la hacienda hoy se ha convertido en un hotel boutique.