La historia de Viesca se remonta a principios del siglo XVIII. Para entonces en Saltillo y Parras los asentamientos tlaxcaltecas ya gozaban de buen crecimiento. Esto motivó que un grupo de ellos solicitara una nueva dotación de tierras para crear otra colonia. El permiso fue concedido y el 25 de julio de 1731 se fundó esta población bajo el nombre de San José del Álamo.
Al llegar a la Plaza de Armas lo primero en saltar a la vista es el Reloj Bicentenario, una maciza torre construida para celebrar los doscientos años de la Independencia, cuyo mecanismo presume en lo alto, por lo que es posible verlo desde varios puntos del pueblo. Por su parte, la plaza ofrece su sencillo pero bello quiosco y la sombra de sus árboles para refugiarse del intenso sol que relumbra en esta región lagunera. Al frente del reloj se encuentra la Presidencia Municipal, considerada como una de las primeras construcciones de Viesca, en cuya fachada lucen sus tres balcones y la campana en lo alto. Hacia un lado de la plaza se ubica la Parroquia de Santiago Apóstol, aunque se muestra bastante remodelada, su construcción data de los orígenes del pueblo. Presenta una fachada con elementos en cantera rosada que le da aspecto elegante, pero lo mejor está dentro, en su Museo de Arte Sacro. Entre las obras que resguarda destacan siete óleos de gran tamaño, con advocaciones de santos y vírgenes. También algunas sotanas antiguas y esculturas de vírgenes. Al salir se observa una escultura de cantera rosada dedicada al Padre de la Patria, Miguel Hidalgo, quien pasó en cautiverio por este pueblo el 3 de abril de 1811, cuando era conducido hacia Chihuahua. La casa donde pasó la noche el cura aún existe, pero es propiedad particular y desafortunadamente no es accesible al público.
Durante el periodo de la presidencia itinerante, Benito Juárez también pasó por estas tierras. Tal suceso ocurrió entre el 27 de agosto y el 4 de septiembre de 1864. Por tal motivo se considera que durante nueve días Viesca fue sede de la Presidencia de la República, hasta que el acoso de las tropas francesas motivaron una nueva movilización hacia Matamoros para no ser aprehendido.
Cada 25 de julio, durante la fiesta en honor de Santiago Apóstol, se lleva a cabo una de las más emblemáticas tradiciones de Viesca: la danza de los caballitos. En esta coreografía se representan los combates que lidiaron españoles contra árabes, quienes dominaron España entre los siglos VIII y XV. A diferencia de otros bailes, como el de moros y cristianos, aquí el elemento distintivo son los caballitos para simular la lucha entre ambos bandos. La representación se lleva a cabo en el atrio de la parroquia, a modo de ofrenda para el santo patrono, quien guió a los ibéricos en la lucha. En la danza participan 25 elementos formando bandos de 12 integrantes y un abanderado. Los guerreros cristianos se reconocen por llevar caballo café y atuendo rojo, quien los comanda es Santiago en corcel blanco. Por su cuenta los árabes montan potros negros. Los personajes se complementan con el tamborero y el violinista quienes le dan ritmo a las secuencias del baile.
Otro espacio para visitar es el Museo Municipal: en él se puede hacer un recorrido por la historia del pueblo. Uno de los atractivos son las reproducciones del acta de fundación y un mapa de 1787 de la región. También se incluyen algunos restos fósiles y puntas de flechas de antiguos pobladores. Lo más interesante es una serie de fotografías sobre el viejo manantial Juan Guerra donde se aprecia cómo una parte de la vida giraba en torno a este venero.
La Casa de la Cultura es un recinto donde se promueve la elaboración y venta de artesanía local, entre las cuales se encuentran tejidos hechos a mano o en telar de pedal, como los sarapes, una tradición que se está vinculando en este lugar.
A un kilómetro y medio al sur de Viesca se encuentra el Parque Recreativo Juan Guerra, donde nace el manantial que motivó fundar esta población. El venero ya es lo que era, pero continúa dotando de líquido, incluso para llenar dos albercas que los fines de semana son el punto de reunión de gran parte de los habitantes de la villa. Además, cerca del área hay 36 asadores y seis palapas.
Desde Viesca, tome la desviación hacia el ejido Venustiano Carranza, antes de llegar a las Dunas de Bilbao, después de unos kilómetros se encontrará con la Ex Hacienda de Santa Ana de Hornos y su hermosa capilla que en fechas recientes fue remodelada. La antigua hacienda fue propiedad de Leonardo de Zuloaga, terrateniente de la comarca, quien estableció ahí su casa y aprovechó las tierras para cultivar algodón, maíz y trigo. Al morir su dueño, Juan Martínez Zorrilla adquirió la finca y estableció en ella una gran fábrica de locomotoras y tranvías que terminó sus días con la revolución. Hoy, una parte se conserva en ruinas, pero está siendo remodelada para convertirla en un hotel boutique.
La capilla del siglo XVIII está dedicada a Santa Ana. Misioneros jesuitas la fundaron, en la región lagunera, es una de las más antiguas; sin embargo, cayó en deterioro junto con la hacienda. Afortunadamente, en abril de 2010 concluyó su restauración, a cargo del patronato Adopta una Obra de Arte, y desde entonces es posible apreciar su riqueza de arte sacro. Por fuera se nota un recinto pequeño y sencillo, pero el interior es una joya. Al entrar sorprenden pinturas del siglo XVIII con San Francisco de Asís, San Antonio de Padua y Santo Domingo de Guzmán. También algunos nichos muy elaborados con distintos santos tallados en madera, dorados y policromados. Al frente, un hermoso retablo barroco es el aposento de otros tantos santos y vírgenes igualmente confeccionados. Visitar esta capilla es una obligación durante el paso por Viesca.
A 12 kilómetros de Viesca se encuentra un paisaje natural que es considerado de los más bellos de la región, las Dunas de Bilbao. Aquí la belleza del desierto toma otra forma, la de pequeñas colinas, una detrás de otra, formadas por arena finísima producto de la erosión de la comarca y las montañas circundantes.
Es inevitable relacionar esta gran extensión de arena con el desierto árabe o africano, en parte en eso radica su magia, pues nos transporta a otros lugares. Tal vez por este motivo ha sido escenario de sinnúmero de filmes desde la década de los sesenta del siglo pasado, aquí se han rodado cintas como Todo por nada, El Topo, Batallón de San Patricio o más recientemente Dragon Ball Z, Ángel caído y Rescatando al soldado Pérez.
Para quienes gustan de la aventura es un lugar propicio para tantear su pericia en el sandboarding, siempre y cuando lleve su propio equipo. O simplemente para caminar descalzo y dejarse rodar por las pendientes formadas por la arena, pero siempre tomando las debidas precauciones pues aquí siguen existiendo animales como la lagartija del desierto o la víbora de cascabel.
Con casi 20 hectáreas de extensión, estas dunas no se mantienen fijas todo el tiempo cambian de lugar gracias a los vientos que transportan la arena de sitio en sitio, así que regresar a este lugar representa siempre una experiencia inédita.