A primera vista, su basto territorio se presenta árido y áspero, con un desierto que domina los horizontes. Sin embargo, al recorrer sus regiones uno va encontrando grandes oasis que enverdecen la mirada. El agua está ahí, resguardada por las duras montañas que forman la Sierra Madre Oriental, ella cruza de norte a sur todo el estado, y en sus entrañas se desplazan ríos subterráneos, protegiéndose del intenso sol que baña a la entidad. Algunos caudales afloran con ímpetu, creando grandes ríos que dan identidad y espíritu a las ciudades, como es el caso de Sabinas; estos afluentes se aprovechan y llegan a grandes presas que la mano del hombre ha creado para subsistir.
Si el desierto deslumbra la mirada con sus dunas de Bilbao o las de yeso en Cuatro Ciénegas, también lo hace la Sierra de Arteaga con sus paisajes níveos invernales, muestra de que no solo el desierto es dueño de Coahuila. Hay que adentrarse en las elevaciones de las sierras para contemplar otros paisajes y ponerse más ropa, pues el clima se torna frío en cuanto comienzan a aparecer los pinos.
Tal parece que la geografía del estado es una suerte de cronología evolutiva de la vida en el planeta: en las pozas de Cuatro Ciénegas se alberga el origen de la vida con los estromatolitos, auténticos fósiles vivientes que regalaron el oxígeno primigenio a la Tierra. Curiosamente estas antiguas comunidades de bacterias han visto aparecer, desaparecer y convertirse en fósiles a infinidad de especies marinas y terrestres. Marinas porque alguna vez este territorio fue lecho del Mar de Tetis. Además, escondidos entre la tierra y dentro de piedras se hayan esos rastros de moluscos, vegetales, dinosaurios y mamíferos que habitaron durante eras estos parajes. Todo ello configura una riqueza científica para estudiosos mexicanos y extranjeros provenientes de la UNAM, el INAH, el Smithsonian o la NASA.
Con un ritmo vertiginoso la industria va configurando un nuevo paisaje. La mano del hombre que primero venció al desierto para hacerlo habitable ahora lo transforma mecánicamente para seguir consolidando el progreso. En las regiones carboníferas y centro desierto la tierra es agreste, seca y poco productiva; en contraste, el subsuelo es rico en minerales. En Sabinas el carbón es un recurso bastísimo, pero su historia no hubiese sido tal si no existiera el hierro, oculto bajo la tierra. Desde los años 40 del siglo pasado, Altos Hornos de México se instaló en Monclova y se convirtió en una acerada columna vertebral económica. Sigue siendo tal la bonanza del acero y el carbón que se inauguró el Proyecto Fénix, un inmenso conjunto de líneas siderúrgicas y minas con tecnología de punta que elevará la producción de acero. En el sector minero destaca Peñoles con la extracción de diversos minerales a lo largo del territorio coahuilense, cuyo énfasis está en la plata, de la cual es líder nacional en producción.
La región sureste, alrededor de Saltillo, se ha especializado en industria automotriz, cementera y textil. Por otra parte, la laguna cuenta con una fuerte agroindustria liderada por la producción de leche y sus derivados, así como el algodón y la parte textil que emana de esta materia prima. Aunque también cuenta con una fuerte presencia de manufactura de ensamble y maquila, la parte más importante está en la frontera, en ciudades como Acuña y Piedras Negras.
Como región norteña, es productora de ganado, con vaqueros que van y vienen por los campos llevando animales entre los ranchos. Esta tradición se hace notar en la alimentación de los coahuilenses llena de platillos elaborados a base de carne de todo tipo, desde la arraigada e infaltable carne seca, hasta los cortes más finos y el cabrito al pastor. Cada región le da su toque a la comida y los mejores ejemplos son el asado de puerco o las discadas. Sin embargo, hacia el norte les sale mejor el arroz huérfano y el arroz kikapú; no obstante, ambos platos se redimen con uno de sus ingredientes: la carne.
Los vinos no pueden faltar en una visita a Parras o a Cuatro Ciénegas; no por nada en la primera se encuentra la bodega más antigua de América que, estiman, en pocos años se convertirá también en la más grande del país. Los dulces de leche, de nuez y de coco son otros imperdibles en las distintas regiones, así como el pan de pulque, licores de membrillo o los mamones de Viesca, un pan bañado en un almíbar rojo preparado. Quedará realmente asombrado al probar todas las delicias que son un regalo a sus sentidos.
El desierto de temple, crea gente de carácter recio para enfrentar los avatares de la naturaleza y lo que se ponga enfrente. Así ha sido desde tiempos inmemorables cuando diversas tribus seminómadas se desplazaban por este territorio, aprovechando sus recursos y enfrentando el duro clima. Ese paso quedó registrado en petrograbados, utensilios cotidianos y de caza que arqueólogos han hallado en lugares como Narihua.
Con fuerza y decisión los tlaxcaltecas lograron crear campos fértiles, arrebatando territorio al desierto y consiguiendo la admiración de los españoles que los trajeron a la región, luego de la conquistadel norte. Con determinación llegaron los negros mascogos desde Norteamérica para luchar por México y ganarse una tierra propia. Con turbulencia se inició en Coahuila la Revolución Mexicana. Con temple de acero se ha construido la industria que actualmente da a Coahuila su estatus de progreso, de economía pujante, y siempre se reitera que, en el estado, las cosas se hacen bien.
Respecto a la seguridad, en el recorrido constatamos que los caminos están perfectamente vigilados: tanto las ciudades como los pueblos principales cuentan con elementos que patrullan día y noche. Estamos seguros que durante su viaje se sentirá tranquilo, pero le sugerimos conducir de día y evitar los caminos apartados.
No pierda la ocasión de sentir la aventura al descubrir las rutas ecoturísticas en medio de la sierra, donde los afluentes permiten surcar sus aguas en kayak, o quizá escalando las dunas o las montañas, encontrará opciones para hospedarse cerca de los atractivos turísticos y lugares donde probar los sabores típicos de Coahuila.