Los viajeros que gustan de las haciendas se sentirán a sus anchas siguiendo el Camino Real de Tierra Adentro por el estado de Durango. Siete de los 19 sitios que conforman la ruta nombrada Patrimonio Mundial por la UNESCO fueron en algún momento haciendas. La de Juana Guerra y las de El Palmito de Arriba y El Palmito de Abajo solo tienen algunos muros de sus viejos cascos. Son más bien las capillas lo único que sobrevive del antiguo conjunto arquitectónico. En Navacoyán, en cambio, se ha hecho un esfuerzo importante por rescatar el casco de la Ex Hacienda de San Diego. La de Canutillo, que conserva su estilo virreinal, prácticamente está en tan buenas condiciones como la dejó Francisco Villa al morir en 1923. La Zarza también se conserva muy bien, aunque se trata de una edificación más bien porfiriana. Mención aparte merece la Hacienda de Pedriceña, no solo por el buen estado en el que se encuentra tanto el casco como la capilla, sino también por estar adaptada como hotel.
Sin nombramiento de la UNESCO, pero también ricas en historia y valiosas como monumentos arquitectónicos hay al menos tres haciendas más que quedan muy a la mano sobre esta ruta. La primera es La Punta, una hacienda que era parada habitual de los viajeros que recorrían el camino real entre Nombre de Dios y Durango. Esta hacienda, ubicada en el poblado de 1° de Mayo no siempre está abierta, pero aún cerrada puede admirarse su estructura y su linda capilla. La segunda es La Sauceda, situada camino a la Cueva de las Mulas, a 11 kilómetros al norte de la “Y” griega donde se dividen las carreteras que van de Durango a Parral y a Guanaceví. Antiguamente, de hecho, esta bonita hacienda ahora en ruinas era la “Y” griega del viejo camino real; unos viajeros enfilaban al norte por el camino de la ligera y otros ganaban al noroeste, rumbo a la Sierra.
La tercera es la Hacienda de Santa Catalina del Álamo. Para llegar a ella se toma la carretera federal 40. Después del poblado de Francisco I. Madero, son 28 kilómetros hasta el ramal que inicia a la izquierda y que lleva a la actual comunidad de Santa Catalina. El casco de la hacienda está en ruinas, pero se ve que fue un lugar próspero, puesto que dichos vestigios ocupan un gran espacio en el centro del poblado. Esta hacienda también fue parada del camino real. Sobrevive la hermosa capilla donde los vecinos cuidan con esmero un bello lienzo con la imagen de Santa Catalina de Siena en éxtasis frente a Nuestro Señor.