Los españoles trajeron consigo el esmalte, la forma en que este debía trabajarse sobre la cerámica. Durante la Colonia llegaron artesanos de Talavera de la Reina y se instalaron en Jalisco, Guanajuato, Puebla y Aguascalientes. El tiempo hizo que en la ciudad de Guanajuato se olvidara lo aprendido, y no fue sino hasta hace cincuenta años que Gorky González rescató la perdida técnica de la cerámica mayólica. Ahora no se puede estar en la ciudad de los túneles sin visitar el taller donde trabajan él y su hijo, con quien comparte su nombre. Siguen con el antiguo proceso, lo único que ha cambiado es que en lugar de quemar sus piezas con leña lo hacen con gas, y los esmaltes fueron adaptados para que no contengan plomo.
Trabajan con barros de la Sierra de Santa Rosa, rojo, amarillo y negro mezclados, que después se tornean, se vacían o se prensan, y se pintan a mano; terminan por cocerse dos veces, a temperatura media. El resultado con los platos, macetas, ollas, jarras y murales que llenan los estantes de Alfarería Tradicional, el lugar donde los González colorean el mundo (Ex Huerta de Montenegro s/n, Pastita; Teléfono: 01473 731 0389; lunes a viernes de 9 a 17 horas, sábado de 9 a 13 horas; www.gorkypottery.com).
Muy cerca de la Mina la Valenciana está el estudio de Javier de Jesús Hernández, mejor conocido como “Capelo”. Su cerámica, como la de Santa Rosa de Lima, también forma parte de la tradición mayólica que los guanajuatenses ya no dejarán que se extinga.
Como tampoco habrá de perderse el conocimiento que de la mayólica obtuvo el pueblo de Dolores Hidalgo. Fue el mismo cura que lanzó el grito de Independencia, el que se preocupó porque su gente supiera trabajar la cerámica. Así, basta recorrer las tiendas de la avenida José Alfredo Jiménez para dar con los jarrones, los floreros y las vajillas que los dolorenses crean sin tregua.