Este es un pueblo artesanal de Michoacán, sorprende tanto por ser un pueblo lindo, como por el golpeteo de sus centenares de talleres dedicados a darle forma al metal que le da el nombre.
Estos talleres son una visita obligada, como también el Museo del Cabre y sus piezas artesanales de cobre de gran valor histórico y artístico. En el centro hay que disfrutar del conunto de plazas frente a las que se levantan la Parroquia de la Inmaculada Concepción y el Templo de Nuestra Señora del Sagrario.
Hay que gozar los bosques de pinos que rodean al pueblo y el poblado de Zirahuén con su hermoso lago verdiazul del mismo nombre, a solo 14 kilómetros al poniente.