Querétaro es una de las ciudades coloniales más importantes y mejor conservadas del centro de la República Mexicana. Aunque sus habitantes originales fueron los pames, su nombre purépecha proviene de los habitantes de esta lengua que se acentaron en ella, junto con los españoles, en la década de 1530.
Su ubicación era entonces fronteriza con el área chichimeca y servía como centro agrícola, ganadero y comercial en la ruta hacia los centros mineros del norte.
Las calles de la ciudad adquieren su trazo en la década de 1550, con el conocido esquema de cuadrícula en la zona plana, al oeste, y otro irregular en la parte alta, con mayores pendientes, al este, lo que hace muy diferentes las vistas urbanas que ofrece cada sector.
Las diversas plazas públicas de Querétaro, hermosamente jardinadas, así como las calles con casas coloniales y porfirianas- ya sea importantes o modestas-, son uno de sus mayores atractivos.
No sobreviven edificios del siglo XVI, ya que durante los siglos XVII y XVIII se levantaron importantes construcciones y se realizó la obra pública más notable de la época: el Acueducto.
El siglo XIX, con las luchas políticas que tuvieron a Querétaro como destacado centro de operaciones, ocasionó la desaparición de no pocos de sus edificios, aunque el porfiriato representaría una oportunidad para hacer nuevas edificaciones destacadas, como el Teatro de la República, de Camilo San Germán.
Los edificos religiosos coloniales más sobresalientes de Querétaro son el templo y convento de la Cruz, el ex convento de San Francisco, el templo de Santiago, el templo y ex convento de San Agustín (con su hermoso patio ricamente esculpido), el templo de Santa Rosa de Viterbo y el neoclásico de Santa Teresa.
Entre los edificios civiles destacan la Casa de los Perros y los palacios de Ecala y del Conde de Sierra Gorda, así como el de Gobierno, que fuera casa de la corregidora Josefa Ortíz de Domínguez, y la casa de la Marquesa de Villa del Villar del Águila. Es notable asimismo la Fuente de Neptuno, también de Tres Guerras.
El Centro Histórico de la Ciudad de Querétaro fue declarado Zona de Monumentos Históricos en 1981 y figura en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO desde 1996.
La historiadora francesa Monique Gustin, autora del primer estudio sobre la arquitectura de la Sierra Gorda de Querétaro (uno de los centros misioneros más tardíos del período colonial), escribió que todavía en 1963 se afirmaba que el estado no tenía monumentos coloniales fuera de su capital. No ha sido sino hasta las décadas más recientes, en efecto, cuando se ha divulgado el interés que revisten estas edificaciones religiosas, inscritas en lo que se ha llamado “barroco popular”. Se trata de las misiones de Jalpan, Concá, Tilaco, Tancoyol y Landa. El franciscano español fray Junípero Serra fue el encargado de colonizar esta remota región, luego de las campañas militares de José de escandón para someter a los indómitos pames que aquí moraban.
Junípero Serra tuvo a su cargo directamente la edificación de Jalpan, y las restantes misiones se hicieron deacuerdo con este modelo.
Se trata de construcciones con una elaborada ornamentación escultórica en relieve hecha con aplanado de mezcla y terminadas con una rica policromía.