Es la segunda ciudad en importancia del Altiplano y la más antigua de toda esta región a la cual, en los primeros años de la Colonia se le llamó El Gran Tunal.
Charcas es el núcleo poblacional más vivo de esta ruta. Su urbanización, debido a la orografía, es propia de los pueblos mineros, con calles en subida, callejuelas y callejones. La minería se mantiene como la primordial actividad económica, con lo cual el trabajo no falta, y por ende, los lugareños no se ven obligados a emigrar a otros sitios o a los Estados Unidos, como sucede con la mayoría de los altiplanenses.
Localizada a 70 kilómetros de la carretera central y a 50 de Villa de Guadalupe, Charcas presenta varias opciones a visitar. En primera instancia tenemos el asentamiento original, llamado Charcas Viejas, donde existen algunas ruinas. La Ermita del Cristo Rey o Cruz del Siglo, es también un punto de referencia. Se le conoce como “Cruz del Siglo” porque la cruz se hizo para conmemorar el cambio del siglo XIX al XX.
La Góngora es otro punto histórico, pues de ahí partían las diligencias cargadas de plata con rumbo a Zacatecas. En los alrededores se pueden visitar las Grutas de la Cueva Azul, cuyas formaciones caprichosas de estalactitas y estalagmitas, son un bello espectáculo. La Hacienda de Solís se encuentra hacia Matehuala y presenta dos características: la casa grande, ya renovada junto a la capilla, y las ruinas de las bodegas.
Hacienda de Laguna Seca se localiza en el ejido Miguel Hidalgo, a pocos kilómetros de la Hacienda de Solís. Aquí todavía se fabrica el mezcal, cuyo aroma inunda el aire, y las construcciones están en pie en su mayoría. Como buen lugar minero, las principales artesanías en Charcas son de ónix y mármol. Muchas se exportan a España y Estados Unidos.