El rico mundo de la gastronomía tabasqueña ha adquirido fama internacional debido a sus sofisticados platillos, compuestos por curiosos ingredientes y condimentos que les proporcionan un lugar especial en el universo de sabores de nuestro país.
Como entrada a este peculiar panorama de manjares, podemos mencionar al pejelagarto, extraño ejemplar con cuerpo de pez y hocico de lagarto y una multitud de pequeños dientes. El pejelagarto se come asado, aunque hay otras formas de cocinarlo, como en “chirmol”, que es una especie de mole preparado con masa, semillas de calabaza y epazote, en el que se pone el pescado en trozos. Otro platillo que pareciera proceder de los tiempos prehispánicos es la torta de iguana, aunque es evidente que quienes poblaron estas tierras hace algunos cientos de años aprovecharon absolutamente todo lo que la naturaleza les daba, e igual inventaron el pan de plátano y la tortilla de coco, o el dulce de papaya con zapote y el pozol y, por supuesto, el chocolate.
En Tabasco se encuentra un insólito mundo de sabores, aunque siempre hay la oportunidad de comer cosas sencillas, como los ostiones preparados a las brasas, o un pato en chirmol, o un sixguá, que es una especie de pastel de elote, o desde luego las sensacionales piguas de río, que no le piden nada a los langostinos de mar.
De cualquier forma, si decide iniciar una aventura turística a lo largo y ancho del estado de Tabasco, necesariamente deberá adentrarse en los misterios de la cocina y la gastronomía de esta bella entidad.