Viajar por el Estado de Veracruz es toda una aventura, lo mismo encuentra uno la belleza impresionante de las zonas arqueológicas, que guardan misterios por desentrañar y que a la vista nos conmueven por su magnificencia y por el extraño encanto que nos causa preguntarnos, de qué estaban hechos aquellos gigantes que pudieron construir tales palacios y templos para honrar a sus dioses, o los juegos de pelota que nos sumen en las más contradictorias especulaciones.
Así es por ejemplo, el Tajín, zona arqueológica cercana a la señorial ciudad de Papantla, o Cempoala, que fue señorío del cacique Gordo, el que recibió a Hernán Cortés, quien mudo de asombro se paralizó ante la belleza de la prehispánica ciudad, que se encuentra a escasos 40 minutos del Puerto de Veracruz.
El estado tiene siempre sitios verdes, donde los helechos arborescentes se confunden con los magníficos cedros, las impresionantes hayas y las no menos bellas mafafas, con sus enormes hojas llamadas por los lugareños “sombrillas de los pobres”.
Veracruz nos tiene múltiples sorpresas: magníficos ríos que corren atravesando montañas y valles, como la zona de Filobobos, donde se conjugan la espléndida naturaleza con la arqueología, es decir con la memoria de un pueblo creador de belleza y sabiduría.
En el río Los Pescados en la región de Jalcomulco, a no más de una hora de Jalapa, la capital veracruzana, el visitante sentirá la emoción del rafting, que se practica entre el verde colorido de montañas y asombrosos acantilados. Y ya que hablamos de Jalapa, podemos decir que es una linda ciudad, famosa por sus actividades culturales y por su espléndido Museo de Antropología, en el que están representadas todas las culturas prehispánicas que tuvieron asiento en Veracruz.
Hacia el sur surge la extraordinaria belleza del lago de Catemaco y de toda la zona de los Tuxtlas, porque al igual que en otras regiones del estado, a la belleza natural y a su misterioso encanto se le agrega la riqueza histórica.
Catemaco, Sontecomapan, Montepío y Tebanca, son algunos sitios que debe conocer el visitante. La Laguna de Catemaco es impresionante, rodeada de apompos (pachira acuática), con pequeñas islas en su interior, una de ellas es poblada con simios, los que obligados por su supervivencia se adaptaron a las condiciones de vida planteadas por su nuevo hábitat. Allí mismo, en el municipio de Catemaco y a unos cuantos kilómetros del centro de la población, se encuentra Nanciyaga, un pequeño espacio de selva virgen, donde los visitantes están en contacto directo con la naturaleza.
En la misma zona de Los Tuxtlas está enclavado el mágico y risueño pueblo de Santiago Tuxtla. Al aproximarse a él por la carretera transísmica se asemeja a un nacimiento navideño.
Santiago cuenta con un pequeño, pero hermoso museo regional, con lindas e interesantes piezas de la cultura Olmeca, la predominante de la zona.
Desde Los Tuxtlas, rumbo norte, nos desplazamos a la Perla del Papaloapan, la única, la innombrable, la bella Tlacotalpan, declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad.
Cada 2 de febrero, Tlacotalpan se viste de fiesta. El pueblo honra a la Santa Patrona, la virgen de la Candelaria. Pequeñas embarcaciones surcan las aguas del río Papaloapan (río de las Mriposas) nuestro padre, y en su seno portan a la Señora, la pasean, la miman, la conducen para que bendiga al río y a sus pobladores, a sus amantes y respetuosos hijos que no sólo se acuerdan de ella cada 2 de febrero, sino siempre; pero en esas fechas es cuando dan rienda suelta a su fervor y muestran sin ambages, su respeto y su amor por tan venerada fugura.
Asimismo, Tlacotalpan brinda una cordial acogida a soneros, versadores, decimistas, repentistas, trovadores, jaraneros, bailadores, poetas, músicos y artistas en general, que también se acercan sobre todo en esta fecha, a rendir pleitesía a la madre de Dios y a guardar con gran celo las tradiciones, porque si en algo es rico Veracruz es en tradiciones y en manifestaciones culturales, las que forman parte de su indentidad.