La Laguna de San Ignacio se localiza en la costa occidental de la península de Baja California. Uno de sus mayores atractivos es, sin lugar a dudas, la observación de las ballenas grises, actividad que atrae a miles de turistas cada año.
Se puede llegar a la Laguna desde el pueblo de San Ignacio, ubicado en la carretera transpeninsular. Siguiendo el camino se recorre gran parte del Desierto del Vizcaíno, en donde se pueden observar bosques de cardones, chollas, pitahayas y mezquites.
Gran parte de la costa de la laguna se encuentra cubierta por mangles, con raíces enterradas en el lodo o la arena, pero siempre cubiertas por el agua marina, los mangles son pieza clave del ecosistema lagunar. Sus métodos de reproducción tienen dos variantes: el mangle negro produce una gran cantidad de semillas de tamaño pequeño, mientras que las del mangle rojo miden hasta 30 centímetros de longitud, pero en menor cantidad.
Las raíces de los mangles son utilizadas como hábitat por una gran cantidad de animales como cangrejos, ostiones, gusanos, almejas y peces que viven y se reproducen entre sus raíces.
Las garzas son habitantes permanentes de la Laguna de San Ignacio, estas aves eligen para anidar lugares libres de depredadores, por lo que encontramos sus colonias en islas y en manglares. Las garzas construyen sus nidos a diferentes alturas dentro de la vegetación para evitar la competencia por el espacio. Las crías son capaces de caminar y desplazarse rápidamente entre las ramas a poco días de haber nacido, pero permanecen en el nido en donde sus padres las alimentan con peces y crustáceos.
Las islas Pelícanos de la Laguna San Ignacio son inaccesibles para los coyotes y demás depredadores, esto es aprovechado por diversas especies de aves para anidar, como el águila pescadora que en una de estas islas mantiene la colonia reproductiva más densa del mundo con cerca de 150 parejas.
Sobre los matorrales espinosos de una de las islas anidan más de mil parejas de pelícano pardo, así como cormoranes de doble cresta y garzas rojizas. Un visitante irresponsable podría ocasionar que los adultos se asusten y abandonen sus nidos, provocando que el robo de huevos y crías se vea incrementado, debido a esto es necesario realizar todas las observaciones desde lejos, utilizando binoculares o telescopios de largo alcance.
La Laguna de San Ignacio cuenta con dos brazos, el que se extiende hacia el sureste presenta el mayor número de islas y manglares, mientras que el brazo norte, donde se concentran las ballenas durante el invierno, es el más amplio y profundo. Este tiene aproximadamente 35 kilómetros de largo por seis de ancho, y profundidades de entre dos y cuatro metros en casi toda su extensión. En toda esta zona se pueden observar delfines y tortugas marinas.
La laguna se encuentra separada del océano por una barra de arena. Antes de su formación, lo que ahora es la costa interna de la laguna estaba expuesta al oleaje y a corrientes marinas. Así lo indica la gran cantidad de fósiles que se encuentran en las pocas costas rocosas. Estos fósiles tienen alrededor de 150,000 años de antigüedad, la edad aproximada que se le calcula a esta laguna.
Durante el invierno, la actividad turística generada alrededor de la ballena gris representa un fuerte ingreso para los habitantes de la laguna.
La Laguna de San Ignacio es un verdadero paraíso de vida silvestre y como parte de la Reserva de la Biosfera de “El Vizcaíno” merece todo el cuidado posible, atendiendo a la utilización sustentable de sus recursos naturales.