El territorio maya se extiende sobre un área de más de 350,000 kilómetros cuadrados que comprende buena parte del sureste mexicano, los estados de Yucatán, Campeche, Quintana Roo y porciones de Chiapas y Tabasco, Belice, el centro y norte de Guatemala y la frontera noroccidental de Honduras. Esta región es actualmente, por sus extensas selvas, sus ricos litorales marinos y su numerosa flora y fauna, una de las zonas de mayor diversidad y riqueza biológica de América. Basta mencionar que tan sólo en Chiapas y Guatemala existen alrededor de 800 especies vegetales y más de 1000 animales, entre ellas 700 aves.
Esta situación es consecuencia de las múltiples combinaciones a que dan lugar los distintos tipos de relieve, clima, vegetación y depósitos geológicos que existen en la región maya, cuyo paisaje se presenta como un amplio mosaico de situaciones ambientales enmarcadas en tres grandes zonas: las tierras altas, que comprenden el sur de Guatemala y Chiapas; las tierras bajas del sur, cuyo núcleo abarca el Petén guatemalteco y áreas adyacentes; y las tierras bajas del norte, que incluyen gran parte de la península de Yucatán.
Las poblaciones mayas del mundo antiguo lograron, por milenios, explotar las selvas, bosques, yacimientos minerales y recursos acuáticos, en base a una adecuada tecnología, a la cuidadosa observación del comportamiento de plantas y animales, y a las posibilidades que ofrecen los microambientes existentes. En esto fincaron su civilización y la promesa de su presente.