El atardecer en Zacatlán de las Manzanas es sorprendente, es como si elevaran el pueblo hasta las nubes. Las calles se inundan de una neblina densa que impide ver más allá de la nariz. Mientras todo esto ocurre, en el Centro histórico, un enorme reloj floral marca el ritmo de este Pueblo Mágico.
En el Café del Zaguán sirven antojitos regionales; pero la estrella de su carta es el café; ahí mismo lo tuestan, muelen y envasan. No te puedes perder unas deliciosas chalupas (delgadas tortillas con pollo) y los tlacoyos ( gorditas de masa bañadas en salsa), todo esto con una manzanita Zacatlán, una gaseosa elaborada con dicha fruta.
A 25 minutos del pueblo está el Valle de Piedras Encimadas y se llega tomando la carretera rumbo a Camotepec. La entrada es libre y su mayor atractivo son unas rocas monumentales que están una sobre la otra, formando figuras (paloma, Popeye El Marino, dinosaurio y todo lo que la imaginación permita). En este parque se pueden hacer muchas actividades: desde una caminata por los valles, hasta rentar caballos. Hay una granja infantil para alimentar a pequeños animales, comederos, tirolesa y un área para cocinar, así como zona de acampar.
El restaurante El Mirador que, como su nombre lo dice, está en lo alto y ofrece una linda vista de la barranca Los Jilgueros. Desde aquí se puede admirar la hermosa panorámica mientras se come unas deliciosas enchiladas.
El museo de Relojería Alberto Olivera Hernández está en la primera fábrica de relojes monumentales de América Latina, cuya marca es Centenario, y ofrece un pantallazo a las formas en las que históricamente el hombre ha medido el tiempo. Al principio los relojes eran públicos y sólo se encontraban en las calles; después surgió la necesidad de particularizarlos y comenzaron a crearse relojes caseros, hasta que nacieron los relojes individuales.
Como Zacatlán es rico en manzanas, sus habitantes tuvieron que inventar qué hacer con esa sobreproducción; fue así como nació la tradición de las sidras y posteriormente los licores de frutas. En la calle Luis Cabrera está la Sidrera San Rafael, donde elaboran bebidas desde 1933.
En el número 6 de Melchor Ocampo se encuentra la Panadería Vázquez, que desde 1919 elabora el tradicional pan de queso; lo sorprendente es que lo siguen haciendo con horno de leña.
El llamado show de los autómatas son muñecos que se sincronizan con un reloj. Este espectáculo se repite los sábados y domingos a las 12:00 del día, pero es más bonito verlo a las 9:00 de la noche porque incluye juegos de luces.
El Templo Franciscano y su Ex Convento fueron remodelados y en sus paredes se descubrió un mural, probablemente de manufactura indígena. Es el ex convento más antiguo del estado y el primer templo basilical en México. Al entrar, una imponente pila bautismal da la bienvenida; es de techos altos y tiene arcos a los lados.
La Cascada Tulimán tiene una caída de 350 metros dividida en tres cuerpos. Hay un sendero muy seguro para llegar y requiere una caminata de 10 minutos. Estas cascadas están dentro de un parque ecológico con juegos infantiles, tirolesa y un árbol hueco en el que caben hasta 15 personas. Una de sus actividades más divertidas consiste en trepar un árbol al que le clavaron pequeñas maderas: parece un acto sencillo pero no lo es, pues requiere de mucha fuerza; después hay que descender al estilo rappel. Este lugar busca preservar la naturaleza y ser una fuente de trabajo para los lugareños; así, la naturaleza les genera constantes ganancias mientras la cuidan y mantienen.
Imperdible:
Darse una vuelta por el Valle de Piedras Encimadas
Visitar una de las tradicionales chaluperías; abren en las noches y venden antojitos regionales.
Probar la sidra y los licores de frutas.
Ir al Museo de la Relojería y después presenciar el show de los autómatas.
Cómo Llegar:
Desde la Ciudad de México tomar la carretera 150 rumbo a Puebla y seguir por la carretera 119 hacia Chignahuapan.