Estos maravillosos ecosistemas concentran una inmensa diversidad de especies oceánicas, por lo que constituyen, en pocas palabras, la mejor demostración de la riqueza marina de nuestro planeta. Los arrecifes se constituyen durante miles de años en aguas claras y cálidas gracias a la concatenación de millones de microorganismos que producen estructuras de textura irregular, conocidas como corales. Sus bellas formas, a veces redondeadas y a veces agudas o cerebroides, son el lugar adecuado para que vivan, se alimenten y reproduzcan una infinidad de plantas y animales marinos. Los arrecifes son un hervidero de actividad; hermosos y vulnerables, se llenan de vida con la presencia de cientos de peces de colores, moluscos, tortugas e incluso predadores como el tiburón.
A pesar de su apariencia robusta y firme, estos ecosistemas de lentísimo crecimiento son sumamente frágiles. Los afectan especialmente el sobrecalentamiento de las aguas, la destrucción de los manglares cercanos, la contaminación provocada por las actividades humanas, el turismo irresponsable, la erosión del suelo y la pesca excesiva.
En el sureste de México se localiza el segundo tesoro de coral más largo del mundo: el Sistema Arrecifal del Caribe Mesoamericano, que comienza en la costa oriental de la península de Yucatán, recorre el litoral de Quintana Roo y llega hasta Honduras. La mayoría de las reservas ecológicas que presentamos a continuación pertenecen a este impresionante sistema. Existen otros notables arrecifes que se encuentran aislados en el Golfo de México, frente a Veracruz, en aguas de Campeche y al norte de Yucatán.