Las casas multicolores acurrucadas entre palmeras, las tejas que remedan el oleaje del río y los elegantes pórticos ideales para recibir la noche, forman una de las ciudades arquitectónicamente más armoniosas de México, la bien llamada “Perla del Papaloapan”.
RECORRIENDO TLACOTALPAN
El área de monumentos históricos de Tlacotalpan es relativamente pequeña: abarca 75 hectáreas inscritas en un rectángulo aproximadamente de 1,550 por 520 metros. En total tiene 153 manzanas. Aparte, la ciudad está sobre un terreno llano y las banquetas apenas están marcadas, de modo que puede caminarse fácilmente o, incluso, recorrerse en silla de ruedas.
No hacen falta rutas de camiones urbanos, pero de cualquier modo hay taxis. Cualquier recorrido dentro de Tlacotalpan custa $15 pesos.
Muy recomendable para conocer la ciudad y tener la perspectiva que tenían los viajeros de antaño es tomar un paseo en lancha por el río. A lo largo del malecón encontrará infinidad de lancheros que le ofrecen sus servicios. Un recorrido de media hora para dos personas cuesta alrededor de $70 pesos.
TLACOTALPAN PATRIMONIO MUNDIAL
Tlacotalpan ha sido siempre un pueblo relativamente pequeño. Su población se ha mantenido hasta nuestos días por debajo de los diez mil habitantes. Sin embargo, tiene una gran personalidad.
Nació como estancia ganadera y aldea de pescadores a mediados del siglo XVI, lo cual hizo su crecimiento lento. A fines del siglo XVIII, luego de varios incendios, las autoridades establecieron un nuevo reglamento de construcción para dar mayor seguridad a los pobladores: las casas deberían tener techo de teja y contar con patios amplios que les separaran entre sí. Eso sentó las bases de su atractiva fisonomía actual.
En el siglo XIX, sobre todo en la segunda mitad, Tlacotalpan vivió una época de creciente prosperidad. Madera, muebles, azúcar, algodón y tabaco, entre otros productos locales, salían en los barcos con destino a Nueva Orleans, La Habana y Burdeos. La ciudad se convirtió en la “Perla del Papaloapan”, como se le conoce desde entonces. Pero a principios del siglo XX, con la llegada de los ferrocarriles a la llanura costera del Golfo,Tlacotalpan quedó fuera de las nuevas rutas comerciales y se volvió obsoleto como puerto explorador. El aislamiento le sentó bien porque evitó que la modernidad cambiara su atmósfera encantadora.
Al inscribir a Tlacotalpan en la lista del Patrimonio Mundial en 1998, la UNESCO valoró la peculiaridad de su historia como puerto fluvial de origen virreinal en la cuenca del Caribe y también consideró su valor como conjunto arquitectónico que ha conservado su configuración urbana original en excelentes condiciones, como lo demuestran sus anchas calles, sus tres bonitas iglesias, las escuelas, el teatro y el mercado.
Sin embargo, aquí los protagonistas del paisaje urbano son las casas, que en su mayoría conservan intactos los rasgos estructurales de los siglos XVIII y XIX; un solo piso, techo de teja curveada, fachada con pórtico y amplios patios donde crecen palmeras. Además, muchas de ellas conservan sus antiguos muebles y decorados interiores.
Algo que la UNESCO no consideró es la vibrante cultura jarocha de la ciudad que se manifiesta en el gusto por la poesía, la música, la danza y la buena comida, la profunda devoción popular, el ánimo festivo, la creatividad, el buen humor y la hospitalidad de los tlacotalpeños.
SITIOS DE INTERÉS La Plaza Zaragoza
A una cuadra del río Papaloapan está la plaza principal de la ciudad, llamada Plaza Zaragoza. Es una explanada primorosa, con un quiosco verde y blanco, amplias jardineras, banquetas de mármol y esbeltas palmeras. Sobre su costado poniente se levanta la parroquia de la ciudad: la Iglesia de San Cristóbal. De aires neoclásicos, se comenzó a construir en 1812, pero la Guerra de Independencia y los difíciles años de la primera mitad del siglo XIX obligaron a suspender las obras hasta 1849 cuando se terminó. Su torre, visible a gran distancia, ostenta un reloj de cuatro carátulas comprado en Inglaterra en 1886.
Del lado norte se encuentra la Capilla de Nuestra Señora de la Candelaria, que es pequeña y encantadora: su bóveda y su cúpula están hechas con piedra de coral; y su interior está decorado con pintura mural de tonos azules y rosados. Hace unos años se colocó una estatua de Agustín Lara en el callejón que se abre del lado izquierdo de este templo y desde entonces se le conoce como Plazuela Agustín Lara.
Al sur de la Plaza Zaragoza se encuentra el viejo edificio del Palacio Municipal. Un arco a través de este edificio conecta la Plaza Zaragoza con la ribera del río, donde antiguamente estuvo el muelle principal de la ciudad. A la derecha del palacio y continuando sus portales, está un modesto edificio de 1783 que por mucho tiempo funcionó como cárcel municipal y que ahora alberga a la Casa Artesanal Rafaela Murillo.
Una cuadra al oriente de la plaza se ubica el modesto Museo Agustín Lara, con muebles, recuerdos, fotos, partituras, álbumes y otras pertenencias del famoso músico; algo para verdaderos seguidores del personaje (todos los días de 10 a 14 y de 15 a 19 horas; admisión $15 pesos y con credencial del INSEN y estudiante $7.50 pesos).
Plaza Hidalgo y Museo Salvador Ferrando
A la derecha de la Capilla de la Candelaria se abre la pequeña Plaza Hidalgo, con una estatua del padre de la patria. Sobre su costado oriente se localiza el Museo Salvador Ferrando. En él se exhiben lienzos de este retratista local quien, tras haber estudiado en Roma entre 1849 y 1872, regresó a su ciudad natal y realizó aquí gran parte de su trabajo. El museo presenta tanto obra de otros autores locales, como el famoso lienzo Mi abuela en traje de novia de Alberto Fuster; como infinidad de muebles, vestidos, objetos decorativos, utensilios domésticos y otras piezas de vida cotidiana del Tlacotalpan de antaño (martes a domingo de 11 a 17 horas; admisión $15 pesos).
Una cuadra al oriente de ahí se abre la pequeña Plaza de Doña Martha, importante porque en torno a ella fue fundada Tlacotalpan en el último tercio del siglo XVI y porque ahí se celebra cada 2 de febrero el encuentro de decimeros y jaraneros.
Iglesia de San Miguelito
A tres cuadras, en dirección noreste por la calle Mina se llega a la Plaza de las Madres, frente a la cual se levanta la Iglesia de San Miguel Arcángel, mejor conocida por su diminutivo. Construida entre 1785 y 1800, este simpático templo de estilo neoclásico destaca por su techo decorado con un magnífico artesonado de madera y su torre derecha con un reloj de finales del siglo XIX.
Otras tres cuadras al oriente está la Plaza Nicolás Bravo, con una columna que sostiene una estatua del héroe insurgente. Si se camina tres cuadras más, pero en dirección norte, se llega al Cementerio Municipal, con bellos monumentos funerarios, algunos de los cuales se remontan al siglo XIX.
La ribera del Papaloapan y el mini zoológico
Al otro lado del Palacio Municipal, el área arbolada junto al río Papaloapan recibe el nombre de Plaza Colón. Enseguida se abre uno de los espacios más bulliciosos de la ciudad, donde confluyen varias calles comerciales y la larga hilera de restaurantes, además de comida, ofrecen paseos recreativos en lancha.
La siguiente calle paralela al río es la de Venustiano Carranza, donde se localizan varios edificios interesantes. Primero está el Mercado Municipal Teodoro A. Dehesa, construido en gran parte con madera. En la cuadra siguiente está el Teatro Nezahualcóyotl, edificado en la segunda mitad del siglo XIX e inaugurado en 1891 con la opereta El Anillo de Hierro (lunes a viernes de 9 a 15 horas y sábado y domingo de 9 a 14 horas; admisión $10 pesos). Poco más allá está la Casa de la Cultura y las Artes Agustín Lara.
Dos calles después está el mini zoológico, que es uno de los espacios más curiosos de Tlacotalpan. En realidad es la casa de don Pío Barrán Bertelli, un simpático tlacotalpeño ya mayor que desde hace décadas le ha dado refugio a media docena de cocodrilos, una pareja de pelícanos blancos, varias tortugas y otros varios animales silvestres y domésticos. Su colección de antigüedades es igualmente asombrosa: planchas, linternas, lámparas, armas de fuego, cántaros, fotos, máquinas de escribir, radios, discos y un sinnúmero de objetos raros, incluyendo una carroza austriaca del siglo XIX. La mitad de la diversión está en el acervo y los animales, la otra está en la amena plática de don Pío (todos los días de 9 horas al atardecer; admisión $10 pesos).
ARTESANÍAS
El encaje de la zona es muy famoso y se pueden encontrar blusas, pañuelos, ropa interior, toallas, servilletas, manteles, colgaduras para cama, ropa de bebés, camisones, ropones y otras prendas hechas con rejillado, bordado o deshilado. También destacan las artesanías de madera, incluidos los sillones, las sillas y las mecedoras, que tienen mucho prestigio. En el centro de la ciudad hay varias tiendas de artesanías. Una de las más grandes es la Casa Artesanal Rafaela Murillo, que se encuentra frente a la Plaza Zaragoza (todos los días de 10 a 20 horas).
GASTRONOMÍA
Sólo hace falta ver las cartas de los restaurantes del malecón para detectar la riqueza y variedad de la cocina local. Hay caldos de mariscos, robalo, cabeza de robalo, chucumite, mojarra, langostino y camarón en pulpa. Como segundo tiempo, uno puede pedir pulpos, cocteles de mariscos, pescados enteros o en filete. También están los antojitos locales: las picadas y empanadas de queso, camarón, jaiba, minilla o tismiche.
Se reconoce el parentesco culinario de Tlacotalpan con otros rumbos del Caribe en el amplio uso del plátano, la carne de cerdo y en platillos como el arroz a la tumbada, que es un delicioso guiso caldoso que combina arroz y mariscos, o el mondongo, que es panza de res guisada con jamón, tocino, chorizo y otros ingredientes.
Para postres, nada como las naranjas rellenas de coco, la interminable y deliciosa retahíla de panes o los dulces de leche que uno encuentra por doquier. Del rumbo son también los famosos toritos, que son bebidas dulces preparadas con alcohol de caña y frutas. Se suelen servir bien helados, son deliciosos y los hay de varios sabores como guanábana, coco y cacahuate.
Los restaurantes del malecón, así como el restaurante La Flecha, que está enfrente, ofrecen buena comida local pero tienen el inconveniente de que a las 19 horas ya están cerrados. Por la noche están abiertos los cafés de la Plaza Zaragoza, que ofrecen platillos más convencionales.
TIPS DE VIAJERO
Otro sitio curioso de Tlacotalpan es el bar-museo de Tobías Carbajal Rivera, quien fue amigo de Agustín Lara; en él se exhiben objetos personales del cantautor. Se localiza a pocos pasos del Palacio Municipal.
FIESTAS Y TRADICIONES
Aparte de las celebraciones cívicas y religiosas nacionales, la gran fiesta de la ciudad es la de la Virgen de la Candelaria el 2 de febrero. A finales de enero inician los eventos culturales y deportivos. En la tarde del día 31 de enero hay una cabalgata, y en la noche tiene lugar el encuentro de decimistas y jaraneros. El 1 de febrero es el divertido Embalse de Toros: del otro lado del río traen toros en lanchas y los sueltan en las calles de la ciudad. El día 2 se pasea la imagen de la Virgen por el río Papaloapan acompañada de músicos y feligreses. Este deslumbrante recorrido se ha vuelto emblemático de la ciudad. Los juegos pirotécnicos, fandangos, mojigangas, serenatas, carreras de caballos y demás, tienen lugar en los días siguientes hasta completar la novena de la fiesta el día 10 de febrero.
CÓMO LLEGAR Automóvil. Se localiza sobre la ribera noroeste del río Papaloapan, muy cerca ya del Golfo de México, a 470, 1000 y 1090 km por carretera de México, Guadalajara y Monterrey, respectivamente, y a tan sólo 100 km del puerto de Veracruz. Avión. El Aeropuerto Internacional General Heriberto Jara Corona de la ciudad de Veracruz, ubicado a 100 km de Tlacotalpan, es el más cercano (carretera Veracruz-Xalapa, km 13.5; teléfono (229) 934 9008). A él llegan las aerolíneas Aerocalifornia, Aerocaribe, Aerolitoral y Continental. Autobús. Las líneas de autobuses que conectan a Tlacotalpan con el resto del país son ADO y AU.