Chichén Itzá se localiza a 120 kilómetros de la ciudad de Mérida, por la carretera 180. En este sitio estuvo asentado uno de los principales centros ceremoniales de la cultura maya, del que se conservan formidables monumentos.

Uno de los edificios más notables es la pirámide de Kukulcán, también llamada El Castillo, donde la teología y la astronomía se mezclan para dar lugar a un espectáculo único dos veces al año, en el equinoccio de Primavera y en el solsticio de Otoño. Este consiste en el juego de las sombras en los elementos arquitectónicos del edificio, las que simulan una serpiente que desciende hasta perderse en la tierra.

Otra de las construcciones destacada es el Templo de Los Guerreros, el Tzompantli, que muestra figuras cráneos en relieve y el Templo del Hombre Barado y El Observatorio.

De la explanada del Castillo parte un sacbé maya de unos 300 metros que desemboca en el Cenote Sagrado o de los Sacrificios, donde los mayas creían que habitaba el dios de la lluvia. El pozo tiene unos 60 metros de diámetro, 20 de alto a partir del nivel de las aguas y diversa profundidad, siendo la máxima de 13 metros. En este cenote se realizaban sacrificios de doncellas que, junto con sus joyas y valiosas ofrendas, eran arrojadas al agua. También eran arrojados hombres en tiempo de seca y los mayas pensaban que los sacrificados no morían, aún cuando no los volvieran a ver.

En exploraciones realizadas a principios de siglo fueron encontrados en el fondo fangoso huesos de hombres, mujeres y niños, así como bolas de copal, vasijas de barro, armas de piedra y madera, piezas de jade y otros objetos.

Junto al Cenote Sagrado hay vestigios de un baño de vapor, que probablemente servía para ritos de purificación de los sacrificados. Hay otro cenote, el Xtoloc que surtía de agua a Chichén Itzá.

Así como en Uxmal, Chichén Itzá tambipen cuenta con un espectáculo nocturno de luz y sonido, donde se reviven todas las noches pasajes fundamentales de la antigua civilización maya.