Aunque algunos autores sostienen que la cartonería se introdujo en la Nueva España hasta mediados del siglo XVIII, hay indicios de que dicho material fue empleado aquí bastantes años antes.
Cuatro largas guerras tocaron su fin en 1526. En ese año Francisco I de Francia fue derrotado en Pavia por Carlos I de España, quien obligó a su odiado contendiente a firmar el famoso tratado de paz de “Aguas Muertas”, este evento, por órdenes reales, debía festejarse en todos los inmensos dominios españoles.
La Nueva España, que se encontraba a la cabeza de éstos, efecturía dicha celebración tan pronto llegara el primer virrey designado para gobernarla. Debieron transcurrir nueve años para que el domingo 14 de noviembre de 1535, don Antonio de Mendoza hiciera su arribo a la ciudad de México. Desde su llegada, este importante personaje chocó de manera violenta con Hernán Cortés, que hasta ese momento era el único Capitán General prácticamente autónomo dentro de las inmensas posesiones españolas.
Como aquellas diferencias iban en aumento, ambos funcionarios reales decidieron dar cumplimiento a la orden rezagada y al festejar la derrota que Francia había sufrido años atrás aprovecharon la ocasión para terminar con sus diferencias personales.
En la plaza del “Empedradillo” que se localizaba frente al edificio que ocupa en el zócalo capitalino el NAcional Monte de Piedad, se simuló con cartón una ciudad medieval que se dijo era la de Rodas, donde Hernán Cortés y sus capitanes representaron una pantomima que evocaba el famoso sitio al que en 1522 sometió a esa isla y ciudad, Solimán II, el “Magnífico”, quien fuera el más célebre de los sultanes otomanos.
La mayor o menor antigüedad de esta actividad artesanal realmente no es significativa, lo importante es el arraigo popular de sus diversas manifestaciones.
Las figuras que conocemos hechas con cartón, como los “toritos” que forman parte de los festejos pueblerinos, constituyen un ejemplo de lo que los cartoneros artesanos elaboran, pero quizá las figuras más conocidas sean los famosos “Judas”, que todavía suelen quemarse el sábado de Gloria. Los judas, como se sabe, son de las más diversas formas, tamaños y expresiones caricaturescas y generalmente van de la mano con fuegos pirotécnicos, ya que dichos papeles llevan atados cohetes que en su momento destruirán al muñeco de cartón.
Castilos, máscaras, muñecas, caballitos y un sinnúmero de juguetes hechos de cartón son objeto del gusto popular; estos objetos revelan la creatividad de sus autores, particularmente los que habitan en la ciudad de Celaya, Guanajuato, donde a la usanza antigua aún hay barrios organizados para la elaboración de esos productos.
En el Distrito Federal destaca la creación relativamente reciente de los llamados “alebrijes”. Quienes los producen han abandonado la manufactura de los judas y “se han limitado durante los últimos años a producir figuras fantásticas, sobrerrealistas, imaginarias, que no son sino una derivación de la cartonería tradicional”.
Cabe señalar que la producción de judas, que hasta hace algunos años caracterizaba algunos barrios de la ciudad de México, se limitó hasta desaparecer, a partir de la disposición que prohibió la existencia de coheterías en el Distrito Federal.